Muy a tono con las generalidades de la balcanizada política chubutense, Cambiemos vive días de convulsión luego de que un funcionario de Interior mencionara la posibilidad de sumar al oficialismo a referentes que hoy están fuera de los partidos de la coalición gobernante.
Al radicalismo, único socio importante de Cambiemos en una provincia donde el PRO y la Coalición Cívica no son más que un puñado de buenas intenciones, no le gustó ni medio que Marcelo Cano –encargado de la relación institucional entre Provincia y la Nación- hablara de sumar. Mario Cimadevilla, quien sigue manejando los hilos de los boinas blancas provinciales, mandó a toda la tropa a resistir.
Primero le ordenó a Gustavo Menna que pegara el faltazo al timbreo de Cambiemos, todo un gesto simbólico para la liturgia de una alianza que reemplaza el territorio por las redes sociales y las selfies. También una corrida de cuerpo en una de las semanas más difíciles para la coalición gobernante. Pero, para que quedara todo bien claro, también mandó a las mujeres del radicalismo a emitir un duro documento negando toda posibilidad de apertura.
“A todos sus dichos le decimos: que no y, en cambio, proponemos más radicalismo en Cambiemos”, le contestaron las féminas de la UCR a Cano y de paso aprovecharon para echarle tierra a sus socios del PRO diciendo que “puede entenderse (la postura del funcionario) porque el espacio que intenta representar carece de historia, de trayectoria y no ha podido experimentar el sentido que tienen los símbolos y los colores de un partido centenario”.
Esta no es la primera vez que el radicalismo local pega el grito y marca diferencias con Cambiemos. No hace falta remontarse al polémico desplazamiento de Cimadevilla de la Unidad AMIA para encontrar conflictos, sino que en el pasado reciente abundan los ejemplos.
Para muestra basta un botón (o dos). Todavía está fresco el recuerdo de Gustavo Menna confrontando públicamente con la postura oficial sobre minería. También la visita de Ricardo Alfonsín y las fotos de los dirigentes locales con uno de los referentes radicales más críticos de la Casa Rosada.
El radicalismo está confiado en que solamente él puede revivir “los gloriosos 12 años de Maestro y Lizurume”. Por eso, su principio “que se rompa pero que no se doble” es más fuerte que la vocación aperturista en Cambiemos.