Por José Luis Lanao*

Estamos inmersos en un proceso de desinvención. Hay que desinventar el plástico, desinventar el carbón, los combustibles fósiles. Hay que desinventar el capitalismo exagerado, los paraísos fiscales, y quizá haya que desinventar alguna multinacional tecnológica. Lo cierto es que para seguir adelante no nos queda otra solución que volver hacia atrás. Solo nos falta averiguar dónde queda el “delante” y dónde el “atrás”. No es poca cosa. Hay trabajo en el desinventar. No vendría mal desinventar un poco el fútbol de hoy. Esta orgía iconoclasta, extravagante, de dinero líquido alimentada de capitales de origen inconfesables, necesitados de blanqueo rápido.

La realidad es más compleja que los papeles que la explican, pero los “Papeles de Pandora” abren en cascada lo necesario de desinventar esta realidad. La investigación coordinada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) -con 11,9 millones de documentos ventilados y a punto de procesar- salpica a mandatarios, estrellas de la canción, empresarios, futbolistas, entrenadores, y un rosario de evasores fiscales desfilando en un “escrache” internacional de proporciones bíblicas.

El informe revela que una parte del dinero del fútbol mundial entrena “hormonado” en paraísos fiscales. Destapa sociedades instrumentales “offshore” de Javier Mascherano, de Angel Di María, de Mauricio Pochettino, de Humberto Grondona (hijo del fallecido Julio Grondona) y de Pep Guardiola. Todos relacionados con el bufete Alemán, Cordero, Galindo y Lee (Alcogal) -con sede en Panamá- uno de los despachos de abogados que está en el centro de la investigación periodística. El actual entrenador del Manchester City, figura como apoderado de la sociedad panameña Repox Investments y era titular de una cuenta corriente en el paraíso fiscal de Andorra de la que regularizó 500.000 euros en la amnistía fiscal de 2012, del gobierno conservador de Mariano Rajoy. La justicia determinará si son evasores o elusores. Un capricho semántico de largo recorrido. La elusión viene de lejos. The New York Times revelaba en 1933, que el banquero J.P. Morgan no pagó los impuestos sobre la renta de 1931 y 1932. La noticia le valió las criticas de Franklin Delano Roosevelt. El magnate indignado, alegó que no era lo mismo evadir impuestos que eludirlos. Solo lo primero es ilegal; lo segundo es aprovechar las lagunas normativas con argucia. La culpa, en definitiva, era del sistema.

La anécdota la recoge el influyente economista francés, catedrático de la Universidad de Berkeley, Gabriel Zucman, en su libro “El Triunfo de la Injusticia”. ¿Cómo operan los elusores? Con un conocido recurso futbolístico: triangulando. En Europa se conoce como el “doble irlandés con sandwich holandés”: un ingenio impositivo triple que permite una fiscalidad reducida de los beneficios, además de una opaca “pantalla” tributaria destinada al desvío del grueso de las ganancias a paraísos fiscales. Un modelo utilizado habitualmente por el fútbol internacional. Una actividad muy bien engrasada por desapacibles fondos de inversión, capital de riesgo, “equipe private”, jerarcas, jeques, magnates, intermediarios, brokers, fondos soberanos, y gestores contables de futbolistas y entrenadores.

La evasión fiscal está en el centro del epicentro de la economía de hoy. Una ingeniería finísima y sofisticada de baja tributación que se ha disparado con la globalización. Hace unos meses, Joe Biden, presentaba al Congreso un decreto con 72 iniciativas a cargo de doce agencias federales: “No más evasiones fiscales encubiertas”, exclamó. Sabemos que el dinero opaco no escucha. Ese ladrón consentido que debilita nuestros placeres. Súbito pandemonio para desinventar.

(*) Exjugador de Vélez, y campeón del Mundo Tokio 1979

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