Por Carlos Aznárez, Resumen Latinoamericano, 18 de septiembre de 2023.

Este próximo viernes 22 habrá de presentarse el libro “La praxis de la Psicología Social” de Carlos Roberto Martínez, texto que cuenta con un prólogo de Vicente Zito Lema (ver al final de la nota). El evento se realizará en “El Pasaje de la Luna” en Pasaje San Lorenzo 365, entre Defensa y Balcarce en el barrio de San Telmo. en la ciudad de Buenos Aires.

No dudamos que la aparición de este nuevo libro de Carlos Martínez será muy bien recibido por quienes creen, siguiendo las enseñanzas  de ese grande que fue Enrique Pichón Riviére, que en la Psicología Social cobra particular importancia la teoría de los grupos operativos. En ese  sentido, Martínez, quien dirige el espacio Confluencia Psicosocial tiene una larga y exitosa práctica en la coordinación de grupos y en la organización de diversos seminarios educativos. En los mismos, ha volcado en distintas generaciones sus enseñanzas sobre coordinación de grupos partiendo de la denominada “dinámica de la realidad”, teoría que evita caer en lugares comunes y sí apuntalar la toma de conciencia para avanzar hacia transformaciones sociales más que necesarias en estos tiempos que  corren.

Además de atesorar conocimientos que puedan servir para cambiar el  orden injusto que impera  en una sociedad ganada por el consumo, el individualismo y otras derivaciones del capitalismo, Martínez también ha ejercido durante años la posibilidad de llevar a la práctica sus saberes en el ámbito sindical y político, desde la base. Allí, nos consta por haber compartido con él espacios comunes en ese sentido, desarrolló –y lo sigue haciendo- espacios de reflexión y debate, que ayuden grupalmente a tomar conciencia colectiva de que no es imposible darlo vuelta todo para que el cuerpo social rompa el corset que le han impuesto. En ese sentido,  el autor de “La praxis de la Psicología Social” se pregunta: “¿Qué imposibilidades tenemos como agentes de cambio, para no entender el orden que hay dentro del caos, detectar los líderes del cambio, o denominar falta de conciencia o resistencia al cambio lo que no coincide con aquel que nosotros entendemos como lo correcto?”.

Antes de “La praxis…”  Martínez publicó “Psicología Social en las organizaciones” y en numerosos artículos –varios de los cuales fueron publicados en Resumen Latinoamericano- incursionó en el mundo del trabajo y sus diferentes problemáticas. De allí que no hay duda que este nuevo aporte servirá para reforzar la idea del autor -fuertemente inspirado por Pichón Riviére- de seguir apostando a la formación teórica y a una praxis permanente de el aprender a pensar en grupo y en relación a la vida cotidiana, a fin de encontrar las herramientas que, entre otras posibilidades, desarticulen pensamientos autoritarios.

Valiosa contribución para planificar la esperanza

Por Vicente Zito Lema

Tengo en mis manos los originales de un libro destinado a provocar un verdadero acontecimiento en el fértil campo de la psicología social. Se trata de “La praxis de la psicología social” y su autor es Carlos Martínez, un reconocido investigador de esta ciencia que une en justa medida su práctica como docente e investigador con la de reflexivo pensador de la materia.

Su trabajo muestra precisiones metodológicas, un excelente desarrollo y en cuanto a las citas y referencias bibliográficas que abundan, pero no exageran, las mismas están claramente enunciadas. Es justo destacar también su buena didáctica, el uso adecuado de las categorías científicas y un lenguaje en general muy cuidado y por momento de muy buen corte literario, lo que sin duda acrecienta el valor de este libro, tanto en lo que dice, cómo lo dice, para qué lo dice y para quienes lo dice.

Carlos Martínez lleva a la practica el gran desafío, mostrar la realidad tal como es, aun en su crueldad y en su obscenidad, como requisito ineludible para construir otro mundo que se propone más humano.

Como negar que tenemos ante el filo de nuestros ojos una época que busca enterrar sus paradigmas culturales y que paradójicamente habilita las maneras de construir el crimen de la pobreza, el mal estar en las instituciones, la crisis en el psiquismo y la ruptura cada vez más dolorosa de nuestros vínculos sociales. Ese es el mundo que enfrenta Carlos Martínez con una memoria de una histórica realidad sufriente y a la par generando pensamiento, propuestas y prácticas para redimir un mundo que no merece ser lo que es. Hay una denuncia de la desmesura narcisista, hay un rechazo de un sujeto sin mundo, hay un enfrentamiento desde la palabra y el cuerpo a un sistema de riqueza acumulada que provoca sin piedad aparente un crimen reiterado en el cuerpo social, día a día magnificado por la cantidad de seres que lo sufren. Este libro debe ser recibido como un duro legado: saber, en la plena dimensión de los cuerpos, desde la razón y la pasión que el único infierno que existe está en la tierra y que está en nuestras manos la posibilidad de enterrar tanta muerte. Ese pensamiento mueve la indagación y acumula las revelaciones. Activa la conciencia, diciéndonos que existe un discurso de la resistencia que se mantiene aún en los peores momentos del desgarro público con sus pérdidas y derrotas, pero también con una esperanza que no se apaga en tanto cumpla la potente demanda pichoneana, que se trate de una “esperanza planificada”.

Dado el interés, la complejidad y rigor del trabajo de Carlos Martínez, nos permitimos humildemente abordar y puntualizar algunos momentos que entendemos los más significativos del libro en cuestión.

Intervención psicosocial en tiempos de un nuevo contrato social

De entrada, el autor propone un análisis de las relaciones laborales en el contexto nacional e internacional que nos anticipa lo que encontraremos desarrollado y analizado en el libro y de qué manera la psicología social puede abarcar un análisis y una forma de abordaje que dar cuenta de una realidad sufriente. Señala que en esta nueva etapa histórica “llevará al establecimiento de un nuevo contrato social, significando un nuevo orden de desigualdad” que “no deja de ser la imposición de la clase dominante a determinadas condiciones de producción, consumo y exclusión al resto de la sociedad, en especial a los sectores del trabajo” (capítulo 1).

El mundo del trabajo

En un segundo momento Carlos Martínez nos introduce en un mundo extenso, complejo y contradictorio. “más allá que el trabajo sea un lugar de realización de deseos individuales esto no

debe hacer perder la perspectiva de que para los sujetos es un proceso esencialmente colectivo, que lo vincula con otros sujetos y con la realidad social”. Nos invita a transitar la denominación cognitariado, teletrabajo; “en el imaginario está la idea de aliviar tensiones vinculares, competencia, maltrato, la incomodidad de trasladarse diariamente”. Las consecuencias: “fragmentación y precarización de los procesos productivos que deviene en identidades sociales más frágiles y discontinuas…” “la soledad laboral produce un empobrecimiento de los vínculos, el aprendizaje y la socialización de los sujetos…” (capítulo 2).

Empresas recuperadas, qué se recupera

En el contexto de este nuevo paradigma, el autor señala los aprendizajes que se producen: “Tomar una empresa no es un hecho habitual en el mundo. Argentina fue el impulsor… espacios vacíos, improductivos.” que recuperan su potencia productiva. “… van conociendo algo que hasta ahí estaba oculto, “… la presencia activa (del Estado) en la defensa de la propiedad privada, y su correlato frente a la violencia que ejerce a través de la policía, gendarmería, la justicia, …”. La Asamblea como el ámbito de aprendizaje. “…sin duda es un cambio de paradigma, donde hay que definir prioridades, tomar decisiones y establecer objetivos, estrategias y tácticas”.

Así se recupera: “…un lugar de aprendizaje, creatividad, negociación y de deponer posiciones personales para que prevalezcan las colectivas que beneficien al conjunto”., “…se reparan y recontratan los vínculos entre esos trabajadores, se recupera un proyecto colectivo y de vida”, “Han construido la ausencia, han resistido creativamente para sortear los marcos jurídicos. Así se presentan como sujetos de transformación, dejaron de sostener una posición pasiva o de obediencia” (capítulo 3).

Abordaje psicosocial de los movimientos sociales

Con un nuevo enfoque el autor nos introduce en los dispositivos de la marginalidad histórica en Argentina, incluyendo un análisis de la desocupación y la marginalidad, hace foco en “…el crecimiento de las organizaciones de desocupados se generaliza cuando las formas de representación que se despliegan en torno a la fábrica cambian”.

Aborda entonces la espera como un sistema de dominación. “…me refiero a la práctica social de ubicar a los pobres en situación de esperar para ser atendidos en un Centro de Salud, que sus

hijos accedan a una vacante escolar, esperar cuando son incluidos para cobrar un salario o asignación del Estado, … a qué hora abre el comedor”. Forma de construcción subjetiva, con la finalidad de “…convertirlos en comunidades inmóviles que no reaccionan ante la marginación e injusticia”. Como “un insumo que utilizan los gobiernos, para transformar cualquier lógica autónoma, o revolucionaria, consiste en convertir a los líderes de las masas excluidas en una elite al servicio del Estado…” (capítulo 4).

Trabajo y sufrimiento psíquico

Aquí Martínez propone como partida de análisis una particularidad común a Nuestra América: el “miedo a carecer” señalando “…la carencia a la que me refiero la podemos pensar referida a las

condiciones materiales de vida de los sujetos… se sabe qué significa este cruce (el de la pobreza), no ocupar un lugar en el sistema productivo, estar excluidos, ser indigentes y en algunos casos la propia negación de esa condición…” “Este miedo, que no es resultado de una neurosis particular, está focalizado en las condiciones concretas de existencia de la mayoría de la población…”

Puntualiza, como ante las nuevas normalidades surgen nuevas patologías. “En el marco del miedo a carecer y a sufrir, la competencia productora de agresividad, la aceleración de los ritmos productivos, las demandas que devienen de las redes sociales, el estar constantemente conectado desplazando momentos para elaborar lo vivido y aprendido con la consiguiente devastación de la experiencia, se construye una subjetividad colectiva de excitación, productora de angustia, pánico o depresión”. Nos propone “… el camino es dar cuenta de la crueldad, comprender el dispositivo sociocultural en la que se sostiene y en una primera etapa ser el tercero que rompa la encerrona trágica hasta que otros integrantes del grupo encuentren las formas de hacerlo y puedan rotar y configurar nuevos roles” (capítulo 5).

Ideología – grupos, organizaciones – sociedad

El autor vuelve a poner en escena un tema que para Pichon- Rivière fue una de las centralidades de marco teórico, que sostuvo diversas miradas que fue modificando en el trascurso del tiempo:

“…pensamientos más o menos conscientes o inconscientes, con gran carga emocional…”, “producto social”; “…los pensamientos de los hombres son consecuencia de la sociedad en la que viven, particularmente del orden económico vigente…” y finalmente como la “lucha ideológica, (que) se inscribe entre las manifestaciones de la lucha de clases en la medida en que surge un pensamiento dialéctico revolucionario” (Enrique Pichon-Rivière)

También Martínez nos advierte de la necesidad de volver a poner en escena la ideología como parte del ECRO Pichoneano sorprendentemente olvidada. Nos propone, incursionar conocer

e inferir, cómo la ideología se trasmite solapadamente en los conceptos de cambio y progreso, el consumo, el trabajo, la tecnología, la educación y los discursos clasistas. (capitulo 8)

Política y psicología social

Nos dice el autor: “Es central hacer foco en que la tensión entre orden social y conflicto ha sido una de las preocupaciones de la praxis y pensamiento moderno. “…la producción de ese orden, está

relacionado con la producción del sentido que deviene en subjetividades”. “En los grupos se habla de política, poder e ideología. En ese sentido, si podemos establecer lecturas e hipótesis, nuestras intervenciones serán más precisas y transformadoras”.

“En la medida en que la psicología social aborde y describa una teoría general de los procesos psicosociales de la sociedad, facilitará problematizar los dilemas, e incorporar categorías y miradas desde nuestra perspectiva”. “… necesitamos comprender cómo los estados, los gobiernos, y los grupos económicos influyen en la subjetividad social e individual”. Señala “en algunos casos los colegas no abordan determinados hechos por ausencia de conocimientos de la historia, la economía, la teoría del conflicto o la negociación entre otras disciplinas”. El hombre en situación se construye haciendo, indagando, investigando, estudiando. Sosteniendo la formulación praxis – teoría – praxis” (capítulo 9).

Señalamientos generales, formas de abordaje.

Más allá que todo el libro da cuenta desde diferentes perspectivas sobre la praxis, en cinco capítulos aporta experiencias y elementos conceptuales que den cuenta de una demanda recurrente en los psicólogos sociales referidos a las formas de abordaje.

Capítulo 6: Grupos y equipos en el mundo del trabajo. Capítulo 7: Conducir y liderar en el marco de culturas latinoamericanas. Capítulo 10: Aprender haciendo. Tránsitos grupales en la Universidad de los Trabajadores. Capítulo 11: El rol del operador. Capítulo 12: La praxis de la psicología social.

Dentro de la riqueza de los señalamientos hay puntos a remarcar en la propuesta de Carlos Martínez: “…Hay una brecha entre coordinar grupos de aprendizaje y cruzar el umbral e intervenir en grupos en ámbitos referidos al mundo del trabajo. Al intervenir veremos situaciones que, pese a ser parecidas a las que suceden en un grupo operativo de aprendizaje, tienen un sentido diferente”

“Nuestro poder está en la tarea. Sin olvidar que el problema esencial es en manos de quiénes están los diversos poderes en una organización y cómo están establecidas las relaciones de poder que

son dinámicas y situacionales. Esta perspectiva nos va a permitir contestarnos qué es lo que vamos a poder hacer y qué no, pero no porque nos reten o nos echen, sino porque tenemos un objetivo principal y para cumplir ese objetivo deberemos priorizar nuestras intervenciones”.

Referido al cambio, “…nos estamos refiriendo a la transformación de situaciones repetitivas, o cambios de paradigmas que sostiene el marco referencial de un grupo o un colectivo social”. “En ese sentido es necesario que los sujetos se pongan entre ellos en posición de aprendizaje, se descubran, se singularicen como forma de construir nuevos vínculos y aprendizajes, desarrollen procesos de tolerancia a lo nuevo y lo diferente que contribuyan al objetivo colectivo…”

“…a la construcción de un “nosotros”, “…de una estructura de demora grupal con la finalidad de pensar, planificar, tomar decisiones o definir prioridades de forma colectiva”.

“…el proceso grupal para los participantes tiene como figura el uso de la palabra. Las palabras que se utilizan son el contorno, los límites culturales, disciplinarios, por donde se puede transitar”. “Si

el operador intenta trabajar en dirección a un nuevo instituyente es necesario el uso de otras palabras que definen otros territorios, otras prácticas y caminos. Si se busca salir de la repetición son necesarias nuevas palabras que los integrantes de los grupos tienen que formular”.

La complejidad y aun el dramatismo del tiempo en que vivimos, nos presenta como urgente necesidad pensar el hoy y aquí, abordar sin miedo los desafíos, plantarnos con firmeza en la defensa de los valores humanísticos y sentir como propio el dolor social.

Cabeza fría y corazón caliente, decía un gran pensador desde la cárcel. En ese camino va este libro que deja huella en el universo de la psicología social.

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