Por Patricia Chaina

“Hoy primerizos son un montón”, afirma Paola Prieto Santillán, licenciada en enfermería y vacunadora de la Municipalidad de Quilmes. Se refiere a quienes llegan por estos días a darse la primera dosis de vacuna anticovid. Habla “conmocionada», porque «el nivel de contagios de la Ómicron es terrible”. En el alza de casos y en la exigencia del “pase sanitario”, Paola identifica los factores importantes “que hoy empujan a la gente a vacunarse”.  «La motivación es multicausal», señala Gustavo Gret, infectólogo de un municipio del conurbano, como se define. El gesto es colectivo y para los expertos «habla muy bien de cómo, como país, entendemos que se trata de cuidarnos», confirma Juan Manuel Castelli, médico a cargo de la Subsecretaría de Estrategias Sanitarias del Ministerio de Salud de la Nación.

La estadística del Ministerio de Salud coincide al medir el fenómeno: en las últimas ocho semanas, más de 900.000 personas mayores de 18 años iniciaron su esquema de vacunación. En ese período, la semana 54 de la campaña –que terminó el 7 de enero– fue la de mayor cantidad de esquemas iniciados en personas de 18 años o más: se aplicaron más de  2.700.000 dosis. Esto es generalizado, a nivel país.

El fenómeno responde a situaciones particulares y sus motivos pueden resumirse en pocas variables: una es la obligatoriedad de portar un pase sanitario. Otra refiere a “un cambio en la percepción –detalla Castelli–, veníamos de un período, en las últimas 20 semanas, de números en baja y una estabilización de los casos”. Esto cambió con la llegada de la variante Ómicron y su poder de contagio. Esta tercera ola «donde se mezcla Delta con Ómicron, está generando inquietud en quienes no se habían vacunado y se acercan por temor a ser alcanzados por el virus», explica Gret.

La liberación de los turnos de primera y segunda dosis, y del refuerzo en mayores de 60, de riesgo y personal de salud, en provincia de Buenos Aires es otro factor a considerar, plantea Gret, según observa entre sus pacientes del municipio de Ezeiza. A esta decisión Castelli la ubica dentro «del esfuerzo de cada jurisdicción por facilitar una cobertura lo más amplia posible». Y en un factor determinante, apunta.

Se suma, en menor medida, la exigencia por cuestiones laborales ya que, en empresas privadas y reparticiones públicas se extiende la decisión de contar con trabajadores vacunados. Estas situaciones “pueden servir para explicar el ascenso de inicios del esquema, pero se trata de cuestiones difíciles de evaluar –advierte Castelli– ya que habría que saber en cada caso individual por qué lo hacen”. El funcionario admite, frente al avance generalizado de inicios del esquema en mayores de 18 años, que el “pase sanitario” es una motivación. Pero el fenómeno responde “al esfuerzo de cada jurisdicción por facilitar el acceso a la vacunación para tener una cobertura lo más amplia posible”, insiste. Contar hoy “con el 95 por ciento de la población estimada con su esquema iniciado es un gran avance en la lucha contra la pandemia», sostiene.

El pase sanitario

El pase es nacional. Desde el primero de enero rige a nivel país. En provincia de Buenos Aires comenzó el 21 de diciembre, luego fue Salta y en Tucumán. Emiliano se aplicó la primera dosis en diciembre. Tiene 22 años y fue de vacaciones a Salta, con su novia de 19 que ya estaba vacunada. “Lo hice porque lo necesitaba, para estar más tranquilos para viajar y porque ella me lo pidió”, concede el joven, vegano desde hace menos de un año, “y antivacunas”, dice. “Pero no fundamentalista”, aclara.

La decisión administrativa que porta “el pase” indica que se necesita para acciones como: viajes en grupos –egresados o jubilados–, para acceder a lugares cerrados como boliches o el shopping. Y para eventos masivos con más de mil personas. “Como este es un país federal –añade Castelli–, cada provincia luego puede agregar actividades en la medida que lo considere necesario por la situación epidemiológica que atraviesa”.

“El pase reactivó las vacunaciones, es una gran cosa”, confirma Paola. “Primerizos hay un montón y las vacaciones ayudan, sin pase no pueden tomarse un colectivo –detalla–, pero también influye el abrupto alza de casos”. Se reactivó la vacunación “por miedo al contagio”, sostiene. “Los números son personas y muchas no la pasan bien, o tienen miedo a que se tan letal como cuando arrancó la pandemia”, evalúa la vacunadora.

Sobran los motivos

“Los jóvenes van por el pase, por una decisión administrativa que los afecta en su vida cotidiana. La iniciativa no te obliga, pero sin esto no podés entrar al cine ni al banco”, repasa Paola. Esto motivó en la actualidad “quizá un despertar de consciencia en gente que no mostraba compromiso social ni colectivo frente a los contagios”, añade. Entre las personas que han perdido familiares, cuenta la vacunadora, es frecuente escuchar que los contagios vinieron de los jóvenes que inicialmente no querían vacunarse. Alguna gente “lo cursa perfecto, otros no y se contagiaron por el nieto que trabaja en el banco, o como cadete o repartidor”. Hoy eso está cambiando. Cada día más jóvenes llegan a darse “su primera dosis”.

Otras personas que no quieren vacunare se ven obligadas por los lugares donde trabajan. “Sobre todo en el sector salud, tenemos compañeros que fueron intimados ante la negativa a inmunizarse”, explica Paola. Las empresas toman la recomendación del Estado para que las personas “no contagien, ni se contagien”.

Sin embargo, para Mariela Ferrando, licenciada en kinesiología que fue vacunadora en CABA, en mucha gente que todavía no se dio la primera dosis, la cuestión ideológica no va a cambiar: «es el núcleo duro», describe. “Y por las características de esta ola –advierte–, menos van a querer vacunarse, porque creen en la inmunidad de rebaño. Esta cepa se extiende más rápido y lo toman a favor. Tengo colegas de salud en esa situación. Sí puede ocurrir que lo hagan por obligación, no por convicción“.

«Un colega en la universidad donde doy clases –cuenta Mariela–, ya dijo que va a vacunarse, por obligación. Esa tendencia crece”, sostiene. Y celebra que así “la cobertura también crece”. Hoy la mayor parte de los internados por covid no tuvo su primera dosis o no tienen el esquema completo, señala Mariela, eso refuerza la tendencia a vacunarse entre quienes resistían la medida. Aunque muchos no lo admitan públicamente, agrega. “Si lo pensás fríamente como empresario o si tenés muchas personas a cargo en tu trabajo, sos responsable de que estén vacunadas, sobre todo cuando el Estado te provee las vacunas ¡gratis!”, subraya Paola. “Si lo pensás, lo ves. Las ART también lo ven, por eso no dan lugar a reclamos” afirma.

La primera dosis

“Cuando llega alguien de primera dosis, yo trato de no ir al choque y ser empática, para no perder oportunidad de vacunar, siempre priorizar eso. Algunos van enojados y les digo: bueno te animaste, diste el gran paso. Por ahí se da, y converso: ¿viste lo que hace el pase sanitario? Sirve para no quedar afuera de muchas cosas”. Los que van más convencidos en general han tenido casos entre sus familiares.

Aunque no todos los casos de primera dosis hoy son porque cede la convicción antivacuna o “por miedo a la ola de contagios”. Celene tiene 39 años y se dio su primera dosis el 2 de diciembre. La segunda hace una semana. Por cuestiones médicas no le recomendaban su aplicación. Sin embargo su recomendación es vacunarse: “la decisión es personal, pero hay que atenerse a las consecuencias y limitaciones que esto genera, para no complicarle la vida al resto, y también para cuidar la propia”. Con tantos cuadros asintomáticos y contactos estrechos “hoy no veo mucha diferencia con los pocos todavía no vacunados”, analiza Celene. “Creo que los no vacunados pueden generar el mismo daño que los asintomáticos, si vamos al caso, pero si se contagian –agrega–, pueden tener mayor riesgo”. Habla de los padecimientos al cursar la enfermedad, y de las secuelas. Un universo que todavía no ofrece reales certezas.

Bajar el riesgo país

El avance de la campaña garantiza hoy en Argentina amplia cobertura. “Tener el nivel de cobertura en 94,8 por ciento de la población estimada, mayor de 18 años, con su esquema iniciado –señala Castelli–, es un gran avance. Esto influye en la población total, ya que no están indicados los menores de tres años. Así, en el total país tenemos el 85,4 por ciento con primera dosis, y 73,5 por ciento con esquema avanzado, en mayores de 18 años”. Los menores de 18 años comenzaron en agosto, y en octubre comenzaron los niños. “Así creció el impacto en la población total”, subraya el funcionario.

“En la semana 54 del calendario de este plan se computan 2.706.695 dosis aplicadas, la mayor cifra en toda la campaña”, afirma Castelli. “Cuando en junio llegamos a dos millones y medio pensábamos que estábamos en un techo alto. Hoy podemos ver en el conteo de cada semana epidemiológica –van de sábados a domingos–, que los registros de primera dosis fueron de 264.120 personas con 18 años y más, en la semana 54”.

“Cuando se ven las últimas 8 semanas se observan 936.900 personas que iniciaron su esquema en ese período”, puntualiza Castelli. “Esto habla del impacto de las medidas y de cómo crece la campaña, por eso llegamos a una cobertura del 95 por ciento” en la población estimada. “Que solo falte el 5 por ciento, a nivel país, es un gran dato”, enfatiza.

El aumento es visible: en las semanas 54 y 55 de la campaña, más gente se volcó a iniciar su esquema. “El 95 por ciento en mayores de 18 años con cobertura, indica que falta llegar a 1.600.000 personas. Hace 12 semanas era más de 2 millones. Quedan muy pocas personas sin vacunar», sintetiza.

La importancia de completar el esquema y acceder a los refuerzos, no minimiza la prevención. “A pesar de la vacunación, que previene la internación en la UTI y los cuadros complejos, hay que seguir con los recaudos: barbijos y distancia”, apunta Castelli. Y concluye: “esto habla muy bien de cómo, como país, entendemos de que se trata cuidarnos”. 

Fuente: P12

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