Si bien la noticia cinematográfica de la XI entrega de los Premios Platino en el Teatro Gran Tlachco del parque Xcaret en Riviera Maya, México, fue que La sociedad de la nieve fue la gran ganadora de la noche al obtener seis galardones (entre ellos, Mejor Película, Mejor director, Juan Antonio Bayona, y Mejor Interpretación Masculina para Enzo Vogrincic), hubo otra manera de mirar la ceremonia del sábado por la noche porque el cine argentino ganó mucho más que un premio: la defensa de sus artistas pero también de extranjeros de peso. 

Tanto el escueto pero contundente discurso de Andy Chango al subir al escenario (Mejor Interpretación Masculina de Reparto en Miniserie por El amor después del amor), como el de Cecilia Roth cuando recibió el Platino de Honor, y también el de Bayona cuando alzó el Platino a la Mejor Dirección, tuvieron un contenido de fuerte defensa del cine nacional por la situación que está viviendo en la actualidad, mientras este lunes el problema se agravará aun más con la publicación en el Boletín Oficial de nuevas reglamentaciones del presidente del Incaa, Carlos Pirovano, que elimina, entre otras cosas, nada menos que la gerencia de Fomento de la estructura del Instituto.

El primero en dar la voz de alarma fue Andy Chango: ni bien comenzó la ceremonia conducida por primera vez en la historia de los Platino por dos mujeres, la actriz y modelo mexicana Esmeralda Pimentel y la actriz y cantante colombiana Májida Issa, Chango subió a recibir el galardón por la interpretación de Charly García en la biopic de Fito Páez. «Cómo explicar sólo en un minuto que se está muriendo el mundo, el cambio climático, que se está muriendo la cultura, pero que en Argentina la están asesinando, cómo explicar el dolor, la impotencia y, a la vez, el agradecimiento», dijo Chango. «Esta Argentina se está yendo mucho más rápido que el planeta», remató el músico y quedó claro desde el inicio que no siempre se puede recibir un premio con una sonrisa, sobre todo en este momento particular del país en el que se atacan sistemáticamente todos los rincones de la cultura nacional. «La cultura que tanto amamos ya no va a existir más», señaló el premiado.

El segundo argentino que subió a recibir un Platino fue Daniel Burman como Mejor creador de serie por la segunda temporada de Iosi, el espía arrepentido, la serie que cuenta la historia de un espía de la Policía Federal Argentina que se infiltra en una comunidad judía para recabar información, que luego aparentemente fue utilizada para llevar adelante los atentados terroristas contra la embajada de Israel en 1992 y la AMIA en 1994. “Quiero agradecer a tanta gente… Cuando empezamos a desarrollar este proyecto hace ocho años, contar la historia de un antisemita parecía un eco de un pasado, algo que me contaban mis abuelos. Con las cosas que están pasando, la serie se torna un reflejo muy cruel de lo que pasa. Tiene un efecto devastador para mí y a su vez tristemente feliz», señaló el director de El abrazo partido.

Cuando Cecilia Roth subió al escenario a recibir el Premio Platino de Honor de parte del presidente de EGEDA -entidad organizadora de estos galardones junto a la Federación Iberoamericana de Producción Cinematográfica y Audiovisual-, el teatro se «venía abajo», como se suele decir coloquialmente. Todos aplaudieron de pie. «Entre las decenas de títulos que componen su filmografía hay obras argentinas, españolas, chilenas y uruguayas», recordó Cerezo trazando un panorama del recorrido actoral de Roth, a quien Cerezo definió como «una embajadora de Argentina y de toda Iberoamérica».

La actriz argentina brindó un discurso cálido, pero no dejó de lado el conflicto que vive el país. Recordó que cuando era una niña jugaba con su hermano Ariel, que le inventaba historias que «no tenían nada que ver con jugar a las muñecas ni a la mamá ni al papá».  Jugaba, por ejemplo, a ser astronautas. Pero antes de comenzar el juego, Cecilia le decía a Ariel: «Lo convertimos en verdad». «Entonces, cuando lo convertíamos en verdad, todo eso que estaba pasando, que estábamos jugando en ello, se convertía en verdad», contó la actriz. «Para mí ese juego convertido en verdad es el cine. Nosotros convertimos en verdad las escenas, las historias, los personajes. Construimos una realidad paralela y en esa realidad paralela nos instalamos y creamos un cuento donde nosotros somos uno de los que cuentan ese cuento», explicó Roth. 

Luego habló del exilio en 1976, cuando tuvo que partir a España. «Juntando esos dos países que implican también haber atravesado toda Sudamérica, y toda Iberoamérica y tener la suerte de trabajar en los países vulnerables, necesito decir que tenemos que cuidar nuestro cine: siempre está en peligro, en un país, en el otro. Creo que la comunidad iberoamericana es un solo cine: el que habla en español y en portugués. Es un solo cine, un solo país. Cuando uno tiene problemas, hay que estar atento y ayudarlo. No es que esté pidiendo ayuda. Estoy pidiendo que todos tengamos conciencia del lugar que ocupamos en el mundo. El español tiene que escucharse igual que otros idiomas. No siempre se escucha. En nuestro país el problema es grave porque no solamente no se escucha, sino que puede dejar de existir. Estemos atentos, resistamos. Y como cuando era chica, digo: convirtamos en verdad esa lucha, esa resistencia y esos sueños que tenemos por ese cine que hacemos», concluyó Roth. Si cuando subió al escenario, todos se pusieron de pie, tras su discurso, el público se rompía las manos aplaudiendo.

Si para ese momento la defensa del cine argentino se había transformado en bandera de los compatriotas que subieron al escenario, faltaba nada menos que la palabra del gran ganador de la noche: el español Juan Antonio Bayona. Al principio de la gala, las conductoras propusieron que un director le dijera a otro/a dos palabras que tendría que decir en su discurso en caso de que gane un Platino. A Bayona le tocaron no dos sino tres palabras: libertad, cultura y Argentina. Y cuando recibió el Platino a la Mejor Dirección, Bayona señaló primero que él no estaría en ese lugar «si no fuera por un libro que surge de los sobrevivientes de los Andes». «Este premio es el resultado de una carrera y esa carrera empieza porque mis papás me enseñaron a amar el cine. Ellos vienen de un lugar muy humilde y no tuvieron la libertad de poder escoger si estudiar o trabajar», contó Bayona, mientras recordaba que su mamá trabajaba desde los 9 años.  

«Precisamente porque ellos no tuvieron acceso a la escuela, para ellos siempre fue muy importante la educación y la cultura de sus hijos. Así que yo estoy aquí gracias a ellos», dijo llorando. Y como faltaba la tercera palabra que debía introducir en su discurso, Argentina, Bayona comentó que «los primeros referentes que recuerdo de Argentina son imágenes de las películas de Adolfo Aristarain y Eliseo Subiela». «El cine es una herramienta de expresión poderosísima y fundamental de un país. Estar en contra del cine es estar en contra de su propio país. Así que Argentina, ¡aquí estamos! No están solos, aquí estamos y arriba el cine unido argentino. Aquí estamos para apoyar», completó el realizador español.

Horas antes de la gala, Bayona había participado de la acción «Cine argentino unido» junto a Cecilia Roth, Dolores Fonzi, Santiago Mitre, Daniel Burman, Pablo Larraín, Alejandra Flechner, Marcelo Subiotto, Enzo Vogrincic, Lila Avilés, Santiago Korovsky, Pilar Gamboa, Lola Dueñas y Alice Braga, entre otros artistas de diversas geografías. Levantaron una bandera argentina con la mención “Cine argentino unido”. También se emitió un comunicado que, entre otros señalamientos, expresa: “El gobierno nacional ha declarado la guerra al sector audiovisual. De forma ilegal se ha desfinanciado, desprestigiado y desactivado una institución fundamental como es el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales”.    

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