Por Organización Comunista Revolucionaria

Llevamos siendo testigos de una escalada de incendios forestales en Chile durante los veranos desde los últimos diez años. El 2014, la primera catástrofe azotó los cerros de Valparaíso, y de allí en adelante, desde el centro hacia el sur el pueblo ha sufrido año a año las consecuencias del fuego que arrasa consigo viviendas, vidas humanas y el ecosistema en general. Estas últimas noches y días duele nuestro pueblo, con profunda tristeza presenciamos cientos de familias que quedan desamparadas; con rabia vemos como los únicos afectados son las y los pobres del país, los barrios y sectores populares de las ciudades, los asentamientos marginados socialmente son los que viven las condiciones de riesgo permanente. Manifestamos nuestro completo apoyo a las familias afectadas por la devastación y muerte de sus seres queridos, en situaciones adversas la solidaridad de clase se hace urgente, de allí la importancia del levantamiento de centros de acopio populares, el apoyo de técnicos y profesionales al servicio del pueblo, la disposición de manos para trabajar, la generación de diferentes iniciativas de apoyo económico y social. Saludamos las diversas iniciativas que el pueblo ha levantado con gran rapidez ante una gestión negligente del actual gobierno. 

Negocios inmobiliarios, especulación con el precio del suelo, consecuencias del modelo productivo extractivista impuesto por el imperialismo y protegido por el estado burgués, aparecen como los posibles grandes culpables a la sombra de los incendios forestales. Probablemente, todos se ven beneficiados con esto. 

Como Organización Comunista Revolucionaria nos parece de vital importancia problematizar respecto de la causante fundamental de estos sucesos, es decir, el capitalismo, un sistema bestial de explotación de la fuerza de trabajo, y a la vez depredador de la naturaleza. Este genera la actual decadencia que lleva a que las y los oprimidos, empobrecidos y explotados vivan directamente las consecuencias de la voracidad capitalista que terminó por agudizar las contradicciones entre la producción y la reproducción de las condiciones que posibilitan la producción, es decir, entre capital y naturaleza. Desconociendo el necesario respeto del ciclo de vital natural, este sistema de acumulación de capital se ha basado en la depredación sin límites sobre fuerzas productivas como lo es la fuerza de trabajo, la tierra, las aguas, los recursos naturales. Ha terminado por propagar las condiciones para el surgimiento de problemáticas socioambientales, las que afectan a sectores populares y de la clase trabajadora y no a los barrios donde habitan las y los empresarios o los burócratas del poder del estado. Por el contrario, los dueños del poder y la riqueza se han aprovechado de los desastres que aquejan al pueblo para enriquecerse, tal como lo hicieron con la pandemia del Covid-19 o el terremoto del 27 de febrero de 2010. Nuestras calamidades son para ellos oportunidades de negocios. 

Las catástrofes como incendios forestales de gran magnitud, el calentamiento global, sequía, inundaciones, enfermedades, etc. son consecuencias de la crisis ecológica global que ha acelerado de manera inusitada la transformación del planeta producto de la acción humana emprendida por el modo de producción capitalista. A su vez, esto se enmarca en la crisis general del capitalismo, demostrando que el imperialismo se constituye en una fase en descomposición del sistema imperante, y que esta debacle es integral, es decir, económica, política y socioambiental, evidenciando una realidad de barbarie, muerte y pobreza para nuestra clase. 

Asistimos un punto de inflexión en la historia y en el sistema tal como lo conocemos, la sobrevivencia de la especie humana y en particular de las amplias masas explotadas y oprimidas en el mundo y con principal gravedad en países colonias y semi colonias, está en juego. La tendencia al monopolio a nivel mundial arroja a millones en el planeta a vivir en condiciones de precariedad y de miseria; la lucha por la subsistencia es una lucha de las y los oprimidos. Queda al descubierto una burguesía y su dominación orientada a asegurar su derecho de propiedad sobre la tierra para su explotación, saqueo y negocios; del otro lado, la resistencia y lucha de los pueblos y poblaciones por sus territorios, su subsistencia y vida social y cultural.

Vivimos tiempos de guerras por el control del mundo, de pérdida de trabajo y engrosamiento de ejércitos de cesantes y trabajadores informales, de catástrofes socioambientales, pero también de rebelión. A lo largo de la historia, se ha demostrado que mientras haya miseria, la rebelión se justifica. Es el momento de acabar con este sistema caduco, arrasar con lo viejo, eliminar la barbarie de los mercados y apostar por la vida. Si bien, asistimos a la descomposición de la “civilización” creada por la burguesía y su ideario liberal, solo contraponiendo una alternativa comunista será posible hacer del devenir de esta crisis una oportunidad para el bienestar de la clase trabajadora. Es el proletariado como clase revolucionaria y los sectores aliados los llamados a levantar una alternativa para la vida y plenitud.

La realidad nos impone la urgencia de resolver la crisis capitalista, la que sólo será posible mediante la superación histórica del capitalismo, es decir, mediante una transformación revolucionaria y la instalación del socialismo para avanzar hacia el comunismo. La situación actual de la lucha de clases nos pone tareas que son urgentes: a) propagar las ideas del comunismo en Chile y el mundo e instalar que la revolución no solo es posible sino necesaria; b) fortalecer el internacionalismo proletario y el movimiento comunista internacional; c) levantar partidos comunistas revolucionarios en cada país, con su programa para la revolución acorde a cada realidad concreta; d) educar, organizar y luchar junto a las masas por sus reivindicaciones inmediatas y sus intereses históricos; e) construir el nuevo poder, antagónico a la avaricia de la burguesía, y orientado hacia la conquista del poder del estado por parte de la clase trabajadora que permita construir una nueva sociedad donde la tierra y los medios de producción sean socializados, acabemos con las clases sociales y todo tipo de opresión; donde producción y reproducción vivan en un coherente equilibrio y esté por delante el bienestar de las y los trabajadores y el pueblo y no la acumulación de riquezas.

Comunismo o barbarie. A acabar con la bestia capitalista

La Rebelión se Justifica

Fuente: El Porteño

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