Por Sebastián Sayago (FHyCS – UNPSJB).

Formamos profesores, ingenieros, abogados, contadores, bioquímicos, trabajadores sociales, analistas programadores, biólogos, etc. Nos esforzamos por estar actualizados, enseñar de la manera más sistemática y rigurosa los conocimientos de nuestras disciplinas. Tratamos de producir conocimientos y, por diferentes vías, nos encargamos de compartirlos y difundirlos, convencidos de que el trabajo académico se legitima en su valor social.

Somos evaluados periódicamente.

Con nuestro salario, pagamos nuestra capacitación de posgrado, la asistencia a congresos y jornadas. De la misma manera, renovamos nuestras computadoras, compramos impresoras, cartuchos de tinta, resmas de papel, es decir, instrumentos de trabajo.

Sin contar con las condiciones edilicias apropiadas, investigamos, tenemos reuniones de cátedra, atendemos las consultas de nuestros alumnos, estudiamos, preparamos las clases y corregimos ejercitaciones, trabajos prácticos y exámenes parciales.

Participamos en múltiples actividades institucionales, más allá de las tareas propias de cada cátedra. Sabemos que la universidad es un proyecto colectivo.

En días feriados y en vacaciones, aprovechamos para corregir, estudiar, formular nuevos proyectos.

Estamos acostumbrados a luchar por nuestros salarios. Muchas veces, hemos aspirado a un legítimo aumento, pero, por cuestiones de mezquindad político-sindical (principalmente, el posicionamiento de otras organizaciones gremiales), solo pudimos mantener el poder adquisitivo. Hubo ocasiones, en las que, con indignación, vimos cómo esos aumentos eran devorados por la inflación.

En este 2018, la situación es peor. El gobierno nos ofrece un aumento de 15% en cuatro cuotas, sin cláusula gatillo, cuando hasta el funcionario más optimista proyecta una inflación anual superior al 20%. Es decir, quieren que aceptemos una reducción de sueldo.

En un contexto de tarifazos, aumento incesante del dólar, incremento de la canasta básica, ¿te parece justo que te bajen el sueldo? ¿No creés que nuestro trabajo realmente vale? ¿Pensás que la educación debe ser una variable de ajuste, mientras el gobierno otorga más privilegios a grandes sectores privados, como a las compañías mineras? Seguro que no. Ese no es el mensaje que querés trasmitir a tus alumnos, a tus compañeros, a tu familia.

Hace unos días celebramos el día del docente universitario. Es una fecha especial porque no conmemora el nacimiento o el fallecimiento de una persona sino un proceso de luchas colectivas. Es también un llamado de atención sobre la importancia de una profesión que exige más esfuerzos que muchas otras y que realiza importantes aportes al desarrollo del país.

¡Defendamos juntos nuestros derechos!

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