Por Ailín Bullentini
La destrucción a martillazos de un pañuelo de las Madres transmitido por Tik Tok. Los garabatos sobre los pañuelos del suelo de la Plaza de Mayo al cierre de una movilización contra el Gobierno en protesta por las muertes generadas por la pandemia. Más pañuelos tachados, sobreescritos, dañados. Insultos en murales, difamaciones sobre cifras. Los actos de vandalismo contra expresiones populares que reivindican el proceso de memoria, verdad y justicia sobre los crímenes de lesa humanidad de la última dictadura se multiplicaron durante la segunda mitad de 2021 en actos que militantes, vecinos y artistas que los crearon y los restauraron luego atribuyen al “envalentonamiento de actitudes negacionistas” y vinculan con la llegada de diputadas y diputados “progenocidas” al Congreso nacional.
Alicia Unzalú saca cuentas: “Perate, el primer ataque fueeee… agosto, sí. Entre agosto y este último de principios de mes fueron cuatro pintadas, arruinadas, ataques, le podemos llamar de toda forma”, resume una de las trabajadoras del centro cultural que funciona en la fábrica metalúrgica emblema de las recuperadas en ciudad de Buenos Aires y el país. El perímetro del edificio que recorre las calles Rawson y Querandíes, en el barrio porteño de Almagro está todo pintado con murales alusivos a diversas luchas y reivindicaciones populares.
En agosto, cuando la pandemia todavía mantenía las puertas del espacio cerradas, una vecina les advirtió a les trabajadores del centro cultural que el mural que tiene una figura de una Madre de Plaza de Mayo con pañuelo blanco en la cabeza y la cifra “30.000” en su base había sido pintado. “Sobre el 3 pusieron el 6 y tacharon el del final. Aprovechan que ahí, sobre Querandíes, no hay cámaras, se ve. Porque el mural en homenaje a nuestras madrinas (las Madres Nora Cortiñas, Mirta Baravalle y Elia Espen), que está en Rawson, no lo tocan, ahí sí hay cámaras”, ensaya una teoría Unzalú. Esa vez, los compañeros de Fileteadores del conurbano, autores de la mayoría de los murales e integrantes del centro cultural, lo restauraron y escribieron en un costado una frase que intentó ser una respuesta: “No habrá acción patotera que pueda contra la memoria de nuestro pueblo”.
Luego vinieron cinco ataques más. Hace 15 días volvieron a tachar el último 0 de la cifra emblema de las víctimas de la última dictadura y escribieron “mentira” sobre el pañuelo blanco “así que entendemos que la virulencia de los ataques crece”, dice Alicia porque, concluye, “cada vez que lo arruinaron, lo arreglamos, pero ahora tachar el pañuelo, agredir con insultos es más fuerte”. Días después de haberlo restaurado lo volvieron a arruinar. Las palabras «mentira» y «mentirosas» aparecieron nuevamente en el pañuelo blanco a principios de la semana pasada.
Desde el centro cultural Impa La Fábrica atribuyen el vandalismo “a la manija que le están dando al negacionismo, a las interpretaciones que ponen en duda a los muertos, los desaparecidos, al terrorismo de Estado y enarbolan toda la violencia contra el movimiento de organismos de derechos humanos y la lucha por la memoria, la verdad y la justicia”. Entienden, según reproduce Alicia, que “no atacan porque sí, por diversión o trasgresión. Atacan la memoria, quieren instalar que acá no hubo un genocidio”.
No fue el único ataque de este estilo que tuvo lugar en la zona de Almagro en el último tiempo. A principios del mes pasado, los pañuelos blancos pintados sobre un camino circular en la Plaza Almagro amanecieron tachados con aerosol. En mayo de 2020, un mural en homenaje a la docente y abogada de las Liga Argentina por los Derechos Humanos Teresa Israel sobre la fachada de la Escuela Normal 7 amaneció vandalizado con aerosol negro: su nombre tachado, las palabras “Videla” y “zurdos” sobre los dibujos y sucedió lo mismo en otro mural que hay sobre la casa de Israel, donde funciona el centro cultural con su nombre. Trabajadores del centro cultural denunciaron los hechos y restauraron las pinturas entonces y los pañuelos hace algunas semanas. “Son actitudes sistemáticas de violencia e impunidad y creemos que con la connivencia de la policía y el poder político porque frente a la casa de Teresa hay un domo (cámara) que tuvo que haber registrado todo lo que pasó”, denunció Mirta Israel, hermana de Teresa.
En el mismo sentido que Unzalú, Israel consideró que los ataques conforman “una práctica sistemática contra la memoria activa sobre nuestros compañeros y compañeras”. La integrante del centro cultural Impa La Fábrica fue un poco más allá e insistió en que la situación “nos pone en un compromiso de cara al futuro”: “No son solo los ataques, habrá diputados negacionistas sentados en el Congreso” en relación a los flamantes diputades Javier Milei y Victoria Villarruel. Entonces “¿qué vamos a hacer?”, se preguntó Unzalú: “Tendríamos que armar una respuesta que, sin violencia, desde el campo popular remarque que no se va a retroceder”.
En febrero pasado, el mural que en una de sus puertas el club Ferro Carril Oeste recuerda a sus 16 socios y socias detenidos desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar amaneció con una pintada que decía “Perdón Videla”. Hace apenas diez días, un “influencer” y seguidor de MIlei se filmó robando y destruyendo con un martillo un mosaico con el pañuelo blanco en homenaje a las Madres que estaba ubicado en la puerta del local partidario de Movemos en el barrio porteño del Abasto.
CABA no es una isla
Los pañuelos blancos que marcan el paso de las Madres en derredor de la Pirámide de Mayo, en la plaza más emblemática del país, fueron numerosamente violentados: cada tanto amanecen tachados con pintura aerosol. Hubo alguna vez en la que la tacha fue una cruz esvástica. Las últimas ocasiones –en julio y agosto–, no obstante, los ataques estuvieron directamente relacionados con movilizaciones anticuarentena que llegaron hasta la Plaza de Mayo en contra del Gobierno. Luego de que los manifestantes dejaran frente a la Casa Rosada piedras con nombres de víctimas de la pandemia, la insignia de las primeras luchadoras por la Memoria, la Verdad y la Justicia aparecieron con cifras escritas encima: “100mil”, en alusión a las muertes acumuladas por el Coronavirus. Como siempre, los repudios a estos sucesos provienen originalmente de los organismos de derechos humanos y, luego, decanta en algunas figuras progresistas del arco político, sobre todo aquellos que atentan contra Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
Sin embargo, esta clase de ataques no respetan las fronteras del territorio porteño. En Mar del Plata, en septiembre pasado, los símbolos pintados frente a la Catedral de la ciudad balnearia aparecieron garabateados con el signo pesos, un hecho que organismos locales consideraron “un ataque de odio”. En Mar de Ajó, la semana pasada y con la misma pintada, vandalizaron los pañuelos blancos de un mural que habían pintado estudiantes secundarios en el marco del programa Jóvenes y memoria. Similares desprecios sucedieron en Tucumán, en Amaicha del Valle.
En Campana, a principios de mes organismos de derechos humanos presentaron una denuncia ante la Fiscalía general el ataque contra la señalización de la comisaría local: el cartel con los nombres de militantes que allí estuvieron secuestrados entre 1975 y 1980 apareció manchado con pintura negra. El manchón sugestivamente tapó por completo la cifra “30 mil”. El homenaje a los militantes desaparecidos Alicia Rabininovich y Pedro Sandoval, en el paseo de la Memoria de Hurlingham, zona oeste, fue vandalizado en dos oportunidades: los banners originales fueron tajeados y luego, el cartel acrílico que los reemplazó fue vandalizado con pintura negra.
En Berisso hubo dos ataques en el último mes a dos murales elaborados por la Agrupación HIJOS. local. Uno, el que recorre gran parte de la fachada del Concejo deliberante de la ciudad, duró sano menos de un mes. Lo terminaron de pintar el 25 de septiembre y el 18 de octubre “lo escribieron íntegro, de tal manera que hay que hacerlo de nuevo”, contó para este artículo Rubén López, el hijo del militante platense Jorge Julio López, sobreviviente de la dictadura y desaparecido por segunda vez desde septiembre de 2006, Rubén, uno de los referentes de la agrupación local de HIJOS. señaló que en lugar de repintarlo, lo intervinieron con la frase “el amor vence al odio”.
La pintura fue vandalizada a la noche y “lo único que se encontró fueron imágenes de cámaras de un banco privado que está en la esquina”, mencionó Rubén. Tanto HIJOS. como la presidencia del Concejo Deliberante y la Secretaría de gobierno municipal radicaron denuncias. El lunes pasado hubo otro homenaje dañado: la cara de Santiago Maldonado amaneció teñida de rojo: “Lo relacionamos con el envalentonamiento de los grupos de ultraderecha, esos que se autollaman republicanos y que no tienen nada de eso. Están un poco más desbocados, actuando en forma impune”.
Fuente: P12