Por Jorge Falcone
Mejora relativa del oficialismo al incrementarse la concurrencia a las urnas, y reedición de corrimiento del voto hacia los extremos del arco político, con muy buena elección de la izquierda, y avance de Milei en CABA. El gobierno pierde la mayoría en el Senado y exhibe un empate técnico en Diputados. El Presidente invierte este leve repunte en un inminente acuerdo con el FMI refrendado por el Frente de Todxs en pleno, buscando el aval de la oposición. Dos años por delante para intentar que el Titanic eluda el iceberg.
Probablemente la Era del Vacío, así definida por Gilles Lipovetsky para describir la postmodernidad, sumada a los efectos locales de la gran lobotomía de conciencias críticas perpetrada por la última dictadura, se combinen para generar este escenario en el que, según algunxs analistas, buena parte de un electorado que no encuentra cómo canalizar su indignación opta por “votar a sus verdugos”.
Pero en el sustrato de la circunstancia descripta, parece subyacer un hartazgo de la representación institucional, aún erráticamente traducido, si bien tributario del “Que se vayan todxs” que campeó a fines de 2001 (fenómeno que vale la pena rememorar, a poco de cumplirse veinte años de aquella rebelión)
Abundan ejemplos capaces de sustentar tal hipótesis.
A fines de octubre, el gobernador santafesino Omar Perotti y el intendente de Rosario, Pablo Javkin, intentaron acercarse a la marcha contra la inseguridad celebrada en dicha ciudad y fueron sacados a empujones por los manifestantes. Rodeado por guardaespaldas y policías, el mandatario provincial tuvo que soportar el reproche cara a cara de muchos manifestantes que lo siguieron más de 200 metros hasta que dejó la zona en un automóvil.
Poco después, una protesta de empleados municipales de La Rioja arremetió contra la residencia del gobernador y presidente del Partido Justicialista de esa provincia, Ricardo Clemente Quintela, prendiéndole fuego al grito de «pagá los sueldos que debés«, «renunciá y no vuelvas más«.
Y más tarde, también por problemas ligados a la inseguridad, estalló la localidad de Ramos Mejía. Entre los autoconvocados, se lo vio a Pedro Sabo, padre de un kiosquero asesinado, quien lloró frente a las cámaras. «Quiero agradecer a Alberto Fernández y a Cristina Kirchner, que larga a los chorros y a todos los asesinos y matones para asesinar a la gente en la calle. Gracias Alberto. ¿Por qué no venís a dar la cara acá?», concluyó entre sollozos. Por la noche, el Ministro de Seguridad, Sergio Berni, arribó a la comisaría de la mencionada localidad, lo que provocó los gritos, silbidos e insultos de manifestantes. Mientras lo calificaban de «asesino», arremetían contra los escudos de las fuerzas de seguridad, intentando llegar a él.
Desde una mirada reduccionista podrá considerarse que se trata de incidentes aislados y mayormente fogoneados por partidarixs de la Doctrina Chocobar. Nadie olvida aquí el refrán que reza “a río revuelto ganancia de pescadores”. Sin embargo no convendría pasar por alto el denominador común de un creciente cuestionamiento a las instituciones de una democracia que rara vez cumplió con su promesa de mejorar la calidad de vida de nuestro pueblo.
Para colmo de males, sumado a eso, la inflación de octubre fue del 3,8 por ciento. Es el número más alto del año, que ya acumula un 26,9 por ciento. Sabido es que en la mayoría de los países dichos índices se dispararon durante la cuarentena, dada el alza global del precio de las commodities vinculadas a la industria alimentaria. Pero de momento el empeño del Ministro Guzmán acerca de que el plan económico en marcha se reduce al presupuesto presentado, no parece contribuir demasiado a domar una encabritada economía que también incluye un dólar blue a 202 $.
En consecuencia, no es de sorprender que, al menos hasta nuevo aviso, una derecha embanderada con la libertad y la iniciativa individual termine representando al elector ya sin paciencia para aguantar este embotellamiento, que decide aventurarse por la banquina. Y claro que no se trata de un hecho menor, porque la novedad incluye el ingreso al parlamento de una abogada de los genocidas, y un núcleo duro dispuesto a pasar a la acción, como lo demostró atacando un local platense del PTS, difundiendo en Tik Tok la destrucción de un mosaico grabado con el pañuelo emblema de las Madres de Plaza de Mayo, y consintiendo que, en medio de sus festejos post electorales, un custodio de esxs candidatxs amague con desenfundar su arma contra el público… ante las cámaras de todo mundo («el que avisa no es traidor»)
Por lo demás, nunca está de más recordar que esos rostros que nos han venido sonriendo a dentadura resplandeciente desde los spots televisivos y carteles callejeros hace mucho que no se espejan en el casi 50 por ciento de compatriotas que no avizoran destino alguno viviendo bajo la línea de pobreza en un gobierno dizque peronista.
En todo caso, el marketing electoral oficialista entre las PASO y las legislativas tampoco ha resultado demasiado convincente, sin desconocer el puñado inicial de medidas sociales que se barajaron para paliar la grave crisis socioeconómica que atravesamos.
Sin ir más lejos, el autobombo generado en torno a la COP26 con la “maravilla” del Hidrógeno Verde también lo demuestra. Se trata de un tema sobre el que conviene profundizar lo conocido hasta ahora, para no sucumbir a los cantos de sirena de una promisoria condonación de deuda a cambio de abonar la “transición ecológica que necesita el país”(Cabandié dixit)
Poco antes de la mencionada cumbre ambiental, el periódico Brasil de Fato señalaba que “solo en apariencia los países centrales están disminuyendo sus emisiones”. Los mercados de carbono producen el efecto contrario pues “es más barato comprar un bono que invertir en sustituir el uso de combustibles fósiles”. Además, “transforma la forestación en activos monetizables en la Bolsa de Valores, lo que implica la pérdida de soberanía de los pueblos”.
En el segundo día de la Cumbre de Glaslow, en Inglaterra, el presidente boliviano Luis Arce denunció la existencia de un “colonialismo del carbono para seguir alimentando el nuevo sistema capitalista verde”.
En el sexto día las protestas continuaban fuera del recinto pidiendo acciones inmediatas en lugar de más promesas. Esta COP26 “es un festival de lavado de imagen verde para el Norte global”, expresó en twitter la activista sueca Greta Thunberg.
En lo referido específicamente al insumo recientemente popularizado por el gobierno argentino, comencemos por decir que el hidrógeno es, en muchos sentidos, el combustible perfecto. Es el más eficiente y el de combustión más limpia. Puede producir electricidad y esta, a su vez, puede generar hidrógeno, creando así un bucle de energía renovable e inocua para el medio ambiente.
Algunas de sus ventajas consisten en que emite cero gases de efecto invernadero durante todo el ciclo productivo; es un elemento fácil de almacenar, lo que permite su utilización posterior en otros usos y en momentos distintos al de su producción; puede transformarse en electricidad o combustibles sintéticos y utilizarse para distintos fines, ya sea domésticos, comerciales, industriales o de movilidad, entre otros; y también puede mezclarse con el gas natural hasta en un 20 % y viajar por los mismos canales e infraestructuras del gas.
Sus desventajas estriban en que la energía proveniente de fuentes renovables tiene costos más elevados respecto a los otros métodos de producción antes mencionados, es más cara de generar; la producción del hidrógeno en general, y del verde en particular, necesita de muchas más energía comparándolo con otros combustibles; y es un elemento volátil e inflamable, por lo tanto necesita protocolos estrictos para su manipulación a fin de evitar posibles accidentes.
Por otra parte, el analista internacional Marcelo Brignoni sostiene que Fortescue Future, la empresa australiana que impulsa tal emprendimiento, dedicada a la minería y muy cuestionada por los comisarios que observan el cumplimiento del Protocolo de París debido a su contribución a la huella ecológica en lo que hace a la producción de acero, se instaló en Argentina a instancias de Mauricio Macri y Agustín Pichot, y no cuenta con ninguna expertiz para manejarse en el rubro para el que se la convoca.
Es más, corresponde señalar que a mediados de septiembre pasado los EEUU produjeron un viraje en su relación con la OTAN, particularmente con Francia, privilegiando la custodia del Océano Indopacífico a propósito de su proximidad con China, y el refuerzo del Atlántico Sur a partir de su base en Malvinas. Ello se anunció como un acuerdo geopolítico y militar que involucra a Australia, EEUU, y el Reino Unido (AUKUS), que dada su jurisdicción marítima, tiene mucho que ver con las tecnologías aplicadas a la defensa.
Pocos días después, en el marco de dicho acuerdo global, el Reino Unido anunció la producción de submarinos que se alimentan de Hidrógeno Verde. El Ministro de Producción Matías Kulfas declaró recientemente que la primera tanda de producción del nuevo insumo energético ya está vendida para el 2025.
La sospecha de no pocos analistas es que la empresa de marras en realidad es la pantalla de otra (Right Hidrogen), contratista del Departamento de Defensa del Reino Unido. Los voceros de dicha firma aducen haber firmado un acuerdo basado en la Ley 24.184, protectiva de inversiones británicas en nuestro país, firmada entre Carlos Menem y el Reino Unido en 1992.
Retomando el hilo con que comienza esta nota, se puede acordar en que estos datos no necesariamente son de dominio del hombre y la mujer de a pie, pero su tenor es de tal gravedad que, a poco de cumplirse 40 años de la gesta del Atlántico Sur, al menos la militancia en general debería conocerlos y tenerlos en cuenta.
Pasadas estas elecciones legislativas, bien puede que se otorgue una mayor delegación de poder al Primer Mandatario (un primer indicio es su mensaje en soledad difundido por cadena nacional), seguramente refrendado por una CGT sin representación del kirchnerismo en su triunvirato directivo, de movimientos sociales ligados a la UTEP, y de gobernadores, para que este proceda a discreción al interior del gabinete nacional.
Resumiendo, más allá de la sobreactuación oficialista en el búnker de la coalición gobernante, no conviene olvidar que el capital financiero trasnacional concibe a toda formalidad democrática como un obstáculo para sus fines, y que la dirigencia que nos gobierna, a ambos lados de la grieta, coincide a rajacincha en la defensa de la matriz productiva agroexportadora y extractivista de acumulación por desposesión.
Por ende, nunca más acertado el lema pintado en letra verde sobre un modesto cartel de cartón corrugado enarbolado en recientes manifestaciones callejeras de Nuestra América y viralizado en las redes sociales: “Para que el mundo nuevo germine, hay que arrancar al capitalismo de raíz”.