Por José Consuegra
Cavilar sobre la posibilidad de privarnos del teléfono móvil o desconectarnos de las plataformas virtuales y de todo vínculo con el universo digital es hoy un imposible, una hazaña con tintes de utopía. Nuestra vida se mantiene en estrecha relación con estos adminículos, con el internet de las cosas, el Bigdata y las redes sociales, que nos apoyan en los quehaceres cotidianos y en nuestra interacción social; además, nos sugieren cómo actuar y representan una especie de trampolín que promueve una imagen de aparente felicidad permanente, aunque en la intimidad de nuestros pensamientos la realidad corresponda a todo lo contrario.
Por ello, cautiva mi atención la obra crítica de la sociedad globalizada y virtualizada que hace Byung-Chul Han, filósofo surcoreano, experto en estudios culturales, radicado en Alemania, con planteamientos disruptivos sobre la masificación del uso del internet, la autoexigencia, la autoexplotación, el hiperindividualismo narcisista y la competencia descarnada. Su obra goza de gran reconocimiento a nivel mundial.
En libros como ‘La sociedad del cansancio’ y ‘La desaparición de los rituales’, el pensador ha analizado que a pesar de la hiperconexión, los miembros de la sociedad están cada vez más aislados, más solos. La vida actual se centra en la aprobación del otro, lo que se evidencia claramente en la interacción en las redes sociales. Él califica el ‘me gusta’, caracterizado por la mano con el dedo pulgar hacia arriba, como un “amén digital” y la anuencia de los demás.
Se refiere al “exceso de positividad” que nos obliga a buscar de manera permanente nuestra propia aprobación y la de las personas de nuestro entorno, que nos somete a la fragilidad de experimentar sentimientos negativos. En su obra, el surcoreano describe la negatividad como la posibilidad de oponerse, de manifestar si algo no es de nuestro agrado, es decir, la opción de decir que no.
Mientras el pensador francés Michel Focault acuñó el biopoder y la biopolítica al deconstruir el concepto tradicional del poder, exponiendo que su ejercicio se dirige a controlar los cuerpos de las personas, el surcoreano plantea que el poder en la actualidad es ejercido sobre la psiquis a través de vías como el internet.
Resultan pertinentes este tipo de reflexiones sobre el funcionamiento de la sociedad actual pues es evidente que la humanidad, en su incansable búsqueda de la felicidad, ha equivocado el camino, dejando secuestrar su pensamiento y poniendo sus actitudes y comportamientos en el marco de la superficialidad y el mundo virtual. Hoy, buena parte de la sociedad tiende a una vida superflua, donde priman el individualismo, la ostentación, la imagen falaz, la necesidad obligada de ser aprobados a través de los emoticones y la hiperexposición en las redes sociales; el existir gira en torno al ego.
Es tiempo de revisar nuestra relación con la naturaleza, con la familia, con el entorno social y, especialmente, con nosotros mismos para alejar la ansiedad y la depresión, logrando el bienestar y la felicidad real.
Fuente: El Heraldo