Si el pretendido aumento del módico 8% ofrecido por el gobierno de Chubut se concretara, los docentes habrían perdido un 25% de su salario en dos años. No se conoce ni se recuerda un ajuste de esa dimensión en un sector altamente sensible y de vital importancia para el desarrollo cultural y económico de un país, aunque se vea alentado por el telón de fondo de las políticas de Macri.
El año pasado, los docentes tuvieron un aumento cercano al 15% en dos cuotas (una en marzo a cobrar en abril y otra en julio a cobrar en agosto) cuando la inflación fue del 25%, perdiendo 10 puntos. Además, en 2017 se firmó en el acta paritaria que en octubre de ese año se volverían a reunir las partes para abrir nuevamente la discusión salarial, algo que el gobierno provincial no respetó.
Este año, el ofrecimiento del gobierno provincial del 8%, también en dos cuotas, nada se condice con una inflación prevista en un 23% o 24%. Este año, la caída del salario sería de 15 puntos sumando un 25% de pérdida real.
El pretendido aumento fue tomado como una burla por parte de las bases docentes, que ya anticiparon que las clases no comenzarán.
El poco margen financiero y económico del gobierno provincial, sumado al gravísimo nivel de conflictividad que se avecina, viene a conformar un escenario volátil y de imprevisibles consecuencias si se repasa la historia del gremio docente, sin que provincia tome nota de la dimensión del problema. En el propio gobierno, algunos funcionarios del área aseguran en off que esto va rumbo a convertirse en Santa Cruz, donde el año pasado hubo 100 días de paro docente.

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