Tanto el gobierno provincial como el nacional hacen caso omiso a una advertencia que oportunamente en el siglo VI A.C. formulara Tzu Sun en El arte de la guerra: “nunca acorrales a tu enemigo en la orilla del río porque nunca sabrás lo que un ejército desesperado es capaz de hacer”.

La situación de los estatales en general y de los docentes en particular remite a esa metáfora: es desesperante. No solo están sufriendo la pérdida del 25% del salario en los últimos dos años sino que ahora se los golpea con el pago escalonado y la ausencia de paritarias, que haría extender esa pérdida del salario a más del 40% de recorte.

Además de soportar las desafortunadas frases del gobernador, que adornan un panorama de por sí tenebroso: “Quién no tiene unos ahorros para aguantar unos días”, “agradecemos que la movilización haya sido en paz” y el texto de prensa cuyo título dice: “somos parte del mismo equipo”.

Por si fuera poco, tras esta seguidilla de errores y provocaciones que asemejan la conducta oficial a una burla, la reunión donde se convocó a los sindicatos fue para informar que la provincia está devastada y ni siquiera se sabe cómo se pagarán los salarios en abril. La reacción inmediata incluyó los parosconvocadospara el martes 27 de marzo y luego los días 3 y 4 de abril.

Sin embargo, y es aquí donde reside un germen peligroso, se están descontando los días de paro. Como consecuencia, los docentes no solo están sufriendo la pérdida exponencial del salario, el cobro escalonado, la ausencia de paritarias y las frases desafortunadas del gobierno, sino que también están perdiendo el resto del sueldo que cobran, con retenciones que llegan hasta 7 mil pesos.

Ante este panorama, la vidriera política se muestra sin reacción: el gobierno nacional y sus representantes locales Torres y Laudonio se remiten a callar –parece que las relaciones carnales que tuvieron en su momento con el ChuSoTo lo dejan en un estado de indefensión–, el gobierno provincial no solo no sabe hacia dónde va sino que comete errores infantiles de comunicación y gestión. Todos parecen complotados en mostrar la mediocridad y el cinismo dirigencial, que acorrala y que no toma concienciadel grado de malestar que está generando.

Por ahora, solo hay marchas, protestas y reclamos pacíficos, pero la urgencia para suplir necesidades básicas ante hospitales parados, judiciales en retención de servicio, Seros bloqueado, supermercados inaccesibles, puede llegar a un grado tal que desemboque en una escalada de malestar que no se sabe adónde conducirá. Acorralados y desesperados, cuesta pensar tanta violencia institucional, entre las más incomprensibles desde el advenimiento de la democracia.

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