Por Carlos Sebastian Nuñez*

La ley de salud mental ubica la legislación local en consonancia con los convenios y tratados internacionales. Consolidado un cambio de paradigma hacia disciplinas profesionales que sostengan y se ejecuten desde el respeto por los Derechos Humanos.
Este cambio, en donde anteriormente se establecía las intervenciones de salud mental desde un lugar del “tutelaje” y la “incapacidad”; y por ende los dispositivos apuntaban más a la exclusión del enfermo y/o peligroso de lo social, más que a un intento de restablecimiento.
Pero, claro está, todo cambio paradigmático no es sin crisis de los sistemas prestablecidos y sin luchas de poder y prácticas con intereses concentrados.

Uno de los mayores obstáculos que observo en la práctica son las llamadas clínicas neuropsiquiatrías, donde pareciera que la nueva ley poco modifica las condiciones de internación o tratamiento de las personas que allí se internan. Es más, con las modificaciones que sí han hecho un cambio en la mayoría de las instituciones estatales, se evidencia un incremento de la población en estos manicomios privados. No solamente para los pacientes con obra social, sino por el contrario, en muchos casos son internaciones subsidiadas por estados provinciales.

El reciente intento de modificación del decreto reglamentario, va en consonancia con una práctica que piensa a la salud desde su vertiente financiera, la misma que posibilita seguir en línea con un modelo hegemónico que se reduce a un ciclo financiero con una población cautiva. Modelo que saca al sujeto de cuajo de la práctica, en tanto que sólo es reducido al objeto de la misma.
En relación a las declaraciones de un par de asociaciones de profesionales (literalmente han sido dos) que aparentemente extrañan esa viaja época en la cual podían proceder sin demasiados cuestionamientos.

El intento de borrar en un decreto, la discusión que se ha mantenido durante los últimos 10 años, solo ha logrado aunar al resto del campo de la salud mental, dejando a un lado las críticas sobre la ley (que las hay y que es necesario discutirlas y trabajarlas en los ámbitos técnicos correspondientes).

La ley intenta regular sobre lo Humano (un imposible lo sablemos), como un objeto posible de estudio, de conocimiento, susceptible de aprendizaje, de formación, de corrección, espacio eventual de desviaciones patológicas y de intervenciones normalizadoras. Sujeto que nace en la confluencia del poder y del cuerpo, lo que Foucault llama Biopolítica.

Lo que esta ley no propicia, y es más escaso hoy, es una clínica del sujeto en su singularidad, el cual no concordará en las previsiones estadísticas, ni en parámetros de ninguna Organización Internacional en la temática. Es un sujeto que desde Freud llamamos sujeto del inconsciente, y con Lacan aprendimos que habita un cuerpo de goce.

La introducción en el siglo XVIII de la medicina al discurso científico se logra a través de su socialización como política de estado; fue el inicio del camino que llevará a la globalización de su práctica, en detrimento de la clínica subjetiva. Esta intervención en las políticas sociales se inició a través del lazo con la economía. A partir de la revolución industrial, presentándose en tanto garante de la sustentabilidad de la mano de obra; pero en la posmodernidad este vínculo es subvertido, tornándose como un modo de establecimiento directo como objeto de consumo en sí, a la vez como productor de riqueza desde este lugar.
La época perfila la salud como un bien, de consumo para algunos y de lucro para otros, transacción a partir de la cual el cuerpo humano comienza a englobarse por una vertiente como cuerpo asalariado, es decir, la fuerza que produce un bien y por otra como cuerpo saludable, en la cual el cuerpo es el bien mismo . Foucault también señala, en esta línea que la medicina no conoce de límites a su campo, una globalización va disolviendo límites que antes la medicina trazaba entre salud y enfermedad para delimitar su campo. Se trata de una intervención con funciones normalizadoras, encarnadas en la figura del médico y en su saber, en lo social e individual, a la par que las empresas farmacéuticas se consolidan como una de las ramas de mayor rentabilidad económica en nuestros días.

El termino paciente, nominado en sus inicios por la Medicina, en la característica que era aquel quien debía tener paciencia, para que la enfermedad recorra su curso natural. Paciencia que implicaba una entrega al saber del médico.
Hoy ese término cambió por el de usuario, donde la entrega es ya no hacia la persona del médico, sino hacia el saber del mercado.
“Desde el momento en que el cuerpo humano entra en el mercado, por mediación del consumo de salud, aparecen varios fenómenos que causan disfunciones en el sistema de salud y en la medicina contemporánea”.

Esto se evidencia particularmente en la clínica de Salud Mental, y lo vemos especialmente en los manuales estadísticos de desórdenes mentales. Constituyéndose en una guía práctica, donde se evidencia que estos diagnósticos se hayan detrás una medicina exclusivamente farmacológica. En 1966 Lacan denunciaba en aquella intervención que, si acaso “la salud se vuelve objeto de una organización mundial, se tratará de saber en qué medida es productiva”.

Volviendo sobre la ley de salud mental, el cambio que propicia es el de quitar de raiz, en el art. 11 de la reglamentación, el párrafo que hace referencia a las estrategias de reducción de daños para el consumo problemático y las adicciones. En su 4to párrafo dice “Entre las estrategias y dispositivos de atención en salud mental, se incluirán para las adicciones dispositivos basados en la estrategia de reducción de daños.” El suprimir este párrafo borra de la ley una de las pocas prácticas que da la posibilidad de dejar de pensar en prácticas de salud universalizantes en sus concepciones y tratamientos. Y que da un marco de posibilidad de pensar la singularidad de cada caso, sin que una etiqueta diagnostica establezca «per se» el tratamiento debido a cada sujeto.
El caso por caso puede propiciar la emergencia de un sujeto, y no prácticas, que muchas veces, determinan tratamientos que producen una mayor alienación que la patología misma.

bibliografía

– Foucault, J. La Vida de los Hombres Infames, ACME Bs. As. 1996
– Lacan, J. Psicoanálisis y Medicina, Intervenciones y Textos I, Ed. Manantial, Buenos Aires, 2006

casenuz@gmail.com

*Lic. En Psicología UNLP                                                  

Esp. En Docencia Universitaria UNPSJB

Coordinador del Dispositivo de Area Externa de Salud Mental Hosp. Reg. Comodoro Rivadavia.

Coordinador Residencia Interdisciplinaria de Salud Mental Comunitaria Sede HRCR

JTP Salud de la Comunidad, carrera de medicina FCNyCS UNPSJB

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *