Por Sacha Pujó

Si el relato del pasado está asociado a la visión histórica oficial que construyen los grupos dominantes, siempre en disputa de acuerdo a las luchas por la memoria de los oprimidos y a las corrientes historiográficas revisionistas, la visión del futuro se construye desde el presente en base a las condiciones materiales de existencia, las ideas y las tendencias que se proyectan. En el presente pandémico contamos con algunas certezas en torno a problemáticas globales que anuncian un futuro conflictivo. Así pueden mencionarse en primer lugar el cambio climático, producto del calentamiento global, que tiene como consecuencia lo que se denomina la sexta extinción masiva de especies animal y vegetal afectando la biodiversidad.A diferencia de la anterior, que había sido hace 65 millones de años cuando se extinguieron los dinosaurios, ésta sería la primera producida por causas no naturales, debido a la actividad humana vinculada al modo de producción capitalista. En los documentales “Endgame 2050” y “David Attenborough: una vida en nuestro planeta” se encuentran detalladas las causas y consecuencias del cambio climático. Entre las principales pueden advertirse, según la ONU, la quema de combustibles fósiles, el sector ganadero que es el mayor usuario de tierras en el planeta, y la deforestación. La acidificación de los océanos es una consecuencia de ello ya que absorben aproximadamente el 30% de las emisiones de dióxido de carbono, y allí se forma el ácido carbónico. Hoy los niveles de CO2 en el medioambiente son más de 400 partes por millón. A esto se le suma la cantidad de plástico arrojada diariamente a los océanos.

En segundo lugar, otra cuestión asociada al modo de vida en el capitalismo, es el crecimiento poblacional: si recién en el siglo XIX se llegó a los 1000 millones de habitantes, para 1950 la humanidad contaba con 2500 millones de habitantes. Hoy cuenta con más de 7 mil millones, proyectando según la ONU 9700 millones para 2050. Como señaló Marx, cada modo de producción tiene su ley de población, hecho que queda en evidencia observando la serie histórica. En tercer lugar y relacionado con lo anterior, se presenta el agotamiento de los recursos naturales que lleva a las disputas geopolíticas por su apropiación y privatización,tal como sucede con el agua que ya cotiza como una mercancía más en Wall Street.

Por último, asistimos en el marco de este capitalismo 4.0 que atraviesa su cuarta revolución industrial, a la robotización y automatización de la economía que tiene a China como vanguardia y como consecuencia, el crecimiento de la masa marginal o superpoblación sobrante. Precarización del empleo por un lado, y concentración de ganancias en grandes corporaciones tecnológicas globales por el otro. En el contexto de la pandemia este fenómeno se profundiza siendo dichas multinacionales y los grandes laboratorios quienes han aumentado sus riquezas en contraposición al empobrecimiento de la mayoría de la población, más aun en los países periféricos. Una dualidad que se expresa también en la combinación de lo más avanzado en innovación económica de la época con formas brutales de explotación que implican un retroceso en materia de derechos sociales.

Alternativas postapocalípticas

Frente a este panorama que proyecta escenarios conflictivos a futuro cabe plantearsequé posibilidades existen de procesarlos en una dirección vinculada al bienestar y supervivencia del ser humano. La imaginación de la época está saturada de distopías montadas sobre las tendencias descriptas y pareciera que no habría posibilidad de configurar otras salidas. Como menciona Alejandro Galliano (2020):

“Sería mejor empezar a entender que el capitalismo como experiencia consiste en vivir el fin del mundo todos los días (…) Pensar el futuro hoy requiere pensar después del fin del mundo, porque el apocalipsis ya llegó y nosotros seguimos aquí (…) No tenemos la fuerza para vencerlo, y salir de él es imposible. Debemos gobernarlo: aprovecharlo donde sea necesario, combatirlo donde sea nocivo y regularlo donde sea insuficiente. Y, sobre todo, parasitarlo allí donde podamos: luchar por el ocio civilizatorio y por el control social de las rentas naturales, digitales y financieras, tanto para captarlas y redistribuirlas, como para limitarlas. En fin, contribuir a la muerte lenta del capitalismo 4.0”.

El capitalismo ha demostrado a través de sus mutaciones originadas en crisis la posibilidad de reproducirse y reconvertirse. La economía centrada en el modelo fordista de producción de masas entró en crisis y dio paso a la financiarización de la economía, el despliegue de internet y la inteligencia artificial. El capitalismo 4.0 tiene como modelo de negocios las plataformas que utilizan los datos como la materia prima más importante. Las transformaciones materiales alcanzan a toda la sociedad, no se agotan en el lugar de trabajo, y configuran una subjetividad con un sistema de ideas acorde. Las potencialidades vinculadas al desarrollo tecnológico en un sistema ciberfísico como pueden ser la planificación eficiente de la economía, la conquista de libertades que podrían estar asociados al reparto de las horas de trabajo y la distribución y regulación de las rentas, son obstaculizadas por poderosos intereses. Solo la articulación universalista de un sujeto colectivo que contenga la heterogeneidad del campo social podría cambiar un orden injusto que pone en peligro la supervivencia misma de las especies en el planeta. Sin embargo hoy prima la fragmentación social,la precarización del proletariado con derechos de la sociedad salarial, la exacerbación del individualismo y el transcurso de la vida como una sucesión de fragmentos sin conexión que dan forma a un presentismo cultural.

A todo esto se suma que el malestar social viene siendo capturado en parte por las nuevas derechas a escala global, mientras que la izquierda no ha podido construir ni tácticas, ni un lenguaje alternativo que contenga una promesa de futuro frente al avance de las distintas formas de precarización. Como menciona Stefanoni (2021) la izquierda ha quedado abroquelada en la normatividad de lo políticamente correcto, quedando dislocada de la imagen histórica de transgresión y desobediencia, sin capacidad de proponer o imaginar futuros alternativos, como si la única alternativa fuera volver al periodo del Estado de bienestar de la extinta sociedad salarial del fordismo. El terreno perdido y hasta la capacidad de indignarse fue ganado por las distintas alternativas de derecha o libertarias proponiendo vías para transformar la realidad y un discurso antiestablishment contra las elites. Desde la incorrección política en guerra contra lo que llaman el “marxismo cultural”, estas nuevas derechas habilitan el racismo, el sexismo y distintas formas violentas de intolerancias buscando chivos expiatorios para procesar la crisis.

Sin duda la postpandemia requiere repensar este modelo de consumo y producción para construir un orden más humano, con otro ritmo, económicamente estable, con mayores certidumbres, y con cuidado del planeta. Salir del consumismo alienante y vacío, de la estrechez cultural, y construir otra subjetividad activa y crítica que perciba la amplitud de la realidad. Las potencialidades para ello existen pero una construcción así se constituye desde la praxis política.

Fuente: Va Con Firma

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