Por Melisa Molina
«Felizmente la maldad no me contagia, ni me deprime. Me duele, eso sí, pero al día siguiente reacciono con más fuerza para seguir hablando con la verdad, que es lo que hacemos hace 43 años con mis compañeras, las Abuelas», reflexiona en diálogo con Página/12 la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto. Ocurre a días de que su nombre, junto al de otros dirigentes políticos y sociales, aparezca en una bolsa mortuoria frente a la Casa Rosada en el marco de una marcha opositora. Más que en este mensaje, la referenta del movimiento de derechos humanos prefiere detenerse en el que dejó el discurso del presidente Alberto Fernández en la apertura de sesiones ordinarias. «Que haya destacado que en su gobierno los derechos humanos volvieron a ser política de Estado, significó una bocanada de esperanza», asegura.
«El discurso fue excelente porque abarcó todos los temas inherentes para el bien del pueblo que gobierna, y defendió a los que merecen ser defendidos. Impulsó el trabajo y endureció los temas vinculados a la Justicia. También se involucró, como siempre, en la defensa de los derechos humanos, por lo cual me siento muy honrada y satisfecha de este presidente que tenemos», celebró Carlotto.
En el Congreso Fernández había resaltado que «el pilar central de nuestra identidad como Nación son los Derechos Humanos», y que «en 2020 recuperamos el rol del Estado en las políticas de Memoria, Verdad, Justicia y las Políticas Reparatorias, ya que se triplicó en un año la presentación de querellas en relación al período 2015 – 2019». También destacó que se estableció otra vez la entrega del premio anual «Azucena Villaflor», creado en 2003 por el expresidente Néstor Kirchner.
Para Carlotto lo ocurrido durante la marcha opositora es grave, se sintió afectada en lo personal y en lo que representa. «Es muy grave lo que está pasando y muy difícil de entender que la maldad sea tan tremenda. Cuando yo estaba mirando televisión el sábado y vi esas bolsas negras tiradas en el piso con mi nombre y el de otras personas, no entendía lo que sucedía. Soy una mujer común, ni siquiera soy una funcionaria», lamenta.
También denuncia la campaña falsa acusándola de integrar supuestas listas de «vacunados vip». «Lo que dijeron con respecto a mi vacunación es totalmente falso, hice todo en tiempo y forma, como cualquier ciudadana», repite la histórica luchadora. «Me impactó mucho y a mi familia también. Todos estaban muy dolidos e indignados, mis nietos, mis hijos, y muchas personas que me fueron llamando. Los únicos que no me llamaron, ni se solidarizaron, fueron los de la oposición», contó. En ese sentido, puntualizó que «si es necesario vamos a realizar una denuncia para que esta mujer (por la presidenta del PRO Patricia Bullrich) compense el daño que le ha hecho a la democracia».
Un grupo Jóvenes Republicanos que forman parte de Unión Republicana –corriente interna de PRO que preside la exministra de Seguridad– fueron quienes se atribuyeron la realización y montaje de las bolsas en Plaza de Mayo. Por eso Bullrich, el presidente de Jóvenes Republicanos, Ulises Chaparro, y otras personas –entre ellos los diputados Fernando Iglesias (PRO-CABA) y Waldo Wolff (PRO-Buenos Aires)–, fueron denunciados por incitación a la violencia y apología del delito. Desde Abuelas explicaron que aún no hicieron ninguna presentación judicial, pero están evaluando avanzar en ese sentido junto a los abogados de la Mesa Nacional de Organismos de Derechos Humanos, de la que forman parte.
«La que hizo esto fue Bullrich junto a un grupo de chicos jóvenes que tienen 20 años y que no saben el significado de sus actos», subraya Carlotto. Comenta que escuchó en la televisión a uno de los miembros de Jóvenes Republicanos que, intentando justificar su accionar, decía que «dentro de las bolsas negras había solo papel». «¿Y qué esperaban? ¿que hubiera muertos?», se pregunta indignada la Abuela de Plaza de Mayo. «Me cayó muy mal, me dolió mucho y me afectó. Me pregunto hasta qué punto llega la maldad y el odio. Toda esa gente con la bandera de Argentina puesta en la espalda lo que hace es ensuciarla, mostrándola como un símbolo de odio», reflexiona.
Con respecto a la figura de Bullrich, Carlotto dijo que recuerda muy bien que «cuando ella era parte del anterior gobierno, les decía a los policías que maten por la espalda». En declaraciones televisivas, Bullrich se animó a decir que para ella, la presidenta de Abuelas «no tenía autoridad moral». «¡Qué coraje!», sintetiza Estela a este diario. «Es una mujer cuyo límite no existe para el mal. Su consciencia, su espíritu, y su ánimo están dirigidos siempre a destruir y odiar, y lo más grave es que está formando juventudes con esos valores, lo cual debería ser un delito», define a la exministra.
Toma de distancia
«Esperé un poco para hablar para poder razonar de qué modo combatir esto, busqué tomar distancia. Y entendí que no era con el silencio, sino con la palabra justa. Se tiene que difundir y conocer lo que sucedió, porque es algo muy peligroso. Los adultos, que ya tienen una vida hecha, puede ser que no cambien nunca, pero llevan de las narices a estos jóvenes. Yo quisiera que ellos reflexionen. Que piensen en ayudar al otro, en ser generosos y no en hacer estas barbaridades», indicó. También opinó que «si con esto querían ganar algo, perdieron, porque el rechazo fue general, salvo la parte opositora que no razona», advirtió.c
A semanas de que se conmemore un nuevo aniversario del último y más violento golpe cívico-militar de la historia argentina, Estela adelanta que los organismos están organizando para el 24 de marzo plantar 30 mil árboles en distintos sitios del país en nombre de los 30 mil detenidos y desaparecidos, entre ellos, el de su hija Laura. Subraya además que no están convocando a movilizar «para cuidarnos entre todos y evitar los contagios», al igual que sucedió con la marcha del año pasado.
«Frente a la maldad, el amor siempre es la palabra clave», vuelve a reflexionar Estela. Lo hace cuando habla de sus nietos y bisnietos, cuando cuenta que ha podido estar con ellos y que les cocina «muchas cosas ricas». «Vienen y me comen todo lo que compro, ¡me van a fundir!», dice recuperando la risa. «Lo hago con un amor enorme y me encanta cocinar porque ahora estoy en mi casa, que es sencillita, y vivo sola. Entonces tengo tiempo para hacer eso y para recorrer un patio que tengo con plantas y sol».
El domingo estuvo en la casa de una de sus nietas para estar con la bisnieta más pequeña, que tiene un año. «Compartimos un rato al aire libre y tomamos unos mates individuales, con distancia», cuenta.
Como buena docente, Carlotto finaliza haciendo hincapie en la educación: «Creo que lo que hay que hacer es enseñar y difundir todo lo que se pueda para incentivar la reflexión». observa. «Lo que sucedió el sábado fue gravísimo. Es muy peligroso y ofensivo. Pero no solo para los que estábamos con el nombre en las bolsas, la ofensa es a toda la sociedad. Por eso no tiene que suceder nunca más».
Fuente: Página 12