En el día de ayer se realizó una de las marchas más multitudinarias que se recuerden en la provincia, con la participación de más de 13 mil personas en la ciudad de Rawson. Salud, educación, judiciales, estatales y otros sindicatos hicieron notar su presencia con cortes de ruta, acampe en Casa de Chubut y la convocatoria por parte de docentes para un nuevo paro durante los días jueves 22 y viernes 23.
El día lunes, en la ciudad de Puerto Madryn, y a pesar del intenso viento que se desató, los docentes hicieron una masiva marcha de las antorchas, reclamando el pago en término y la convocatoria a paritarias.
La cuestión docente está atravesando un período de fragilidad notori. En Trelew las escuelas siguen sin medidores de luz –retirados por Servicoop ante la falta de pago–, y en Madryn están prácticamente “tomadas” por directivos, docentes y alumnos, al igual que en el resto de las ciudades de la provincia.
Nación presta, pero para pagar al sistema financiero
El colmo de la ira lo desató el anuncio del gobernador Mariano Arcioni en torno a los aportes del gobierno de Macri. El mandatario “gestionó” un préstamo de 900 millones de pesos que en un primer momento hizo suponer que irían a normalizar, aunque sea solo por abril, el pago de salarios.
Sin embargo, fue el propio subsecretario de Coordinación Económica quien aclaró que ese dinero no “pasaba” por la caja la provincia e iría directamente a pagar letras que vencen próximamente.
En definitiva, Nacion prestó dinero para pagar las letras que adeuda la provincia y no para volcarlas a la delicada situación social que sufren los estatales en Chubut. Otro claro gesto de la escasa sensibilidad del macrismo para resolver cuestiones sociales.
Un gobierno sordomudo
Toda la semana estuvo invadida de acontecimientos que marcan la incertidumbre: la amenaza al fiscal Williams, encargado de investigar el caso Correa, el decreto de ajuste firmado por Arcioni, los cortes de ruta y las carpas blancas que se instalaron en Rawson entre otros reclamos de los estatales.
Sin embargo, el gobierno no solo no escucha sino que tampoco responde. La abulia y la fragilidad de la dirigencia política provincial, sumadas al cinismo de un gobierno nacional que prefiere alimentar de fondos al sistema financiero y no volcarlos a la gente, denotan un contexto altamente volátil que por ahora no suscitó hechos de violencia, aunque lentamente comienzan a verse síntomas de desesperación que podrían provocarlos.
Lo cierto es que la paciencia se está acabando y nadie parece tomar nota de esto. O peor, saben qué se viene –como el gobierno nacional y su decisión de enviar 800 gendarmes– pero no les importa. En cualquier cosa, una vez más, el uso desalmado de las necesidades de la gente.