No fue una simple presentación ante ese tótem político-judicial que es el Consejo de la Magistratura. No se trató solamente de una onda expansiva a través de las redes -estratégica, sí, y celebrada- para impugnar la postulación de juecxs sin formación en perspectiva de género, ni de intereses creados contra postulantes que todavía se refieren al género como ideología.

La Asociación de Abogadas Feministas (Abofem Argentina) puso coraje y cuerpo para exigirles a los integrantes de un poder básicamente heterocispatriarcal y ensimismado en la revictimización, que cumplan con el requisito excluyente de capacitarse al fin, según lo dispone el reglamento de concursos, y caso contrario que sigan participando hasta que se graben el lema de la organización: sin perspectiva de género no hay justicia posible.

“Hace tiempo que venimos trabajando en erradicar las violencias de género, pero lo que hicimos esta vez es álgido porque nos exponemos. Tuvimos que entregar nuestro estatuto, donde hay información sensible sobre cada una de nosotras. Nos jugamos nuestras matrículas por convicción feminista”, subraya la abogada Melisa García, titular de Abofem, que prevé replicar el pedido en otros concursos, mientras aguarda que desde el Consejo rompan el silencio y hagan lugar a la presentación que debería dejar fuera de juego a 52 de lxs 138 juecxs que aspiran a cargos.

A García llegaron a preguntarle si tenía intereses creados, por el ánimo de haber presentado «semejante» lista. “No estamos pidiendo destituciones, sino concursantes que acrediten lo básico indispensable», les respondió. «Una formación acorde en lugares donde se van a regir situaciones de las vidas de las personas, y por donde pasan mujeres en circunstancias terribles por violencias de género”. Las estadísticas de las violencias ya registran un femicidio cada 23 horas, advierte. «¿Realmente creen que no vamos a interpelar al Poder Judicial para preguntarle qué está pasando?”

La presentación del documento se realizó este lunes, apenas cinco días después de la movilización a Tribunales que convocó el colectivo Ni Una Menos por el femicidio de Úrsula Bahillo, de que Alberto Fernández anunciara la creación del Consejo Federal para el Abordaje de Femicidios, Travesticidios y Transfemicidios, y un día antes del femicidio de Guadalupe Curual, en Villa La Angostura, que tenía denuncias previas por violencia de género y una orden de restricción de acercamiento de su ex pareja, el femicida Bautista Quintriqueo. “Somos más de doscientas abogadas distribuidas en la mitad del país, que junto con la Red de Psicólogxs Feministxs brindamos asesoramiento psicolegal gratuito.» En esas consultas, lamenta García, “todas las mujeres cuentan ´vengo de hacer la denuncia y no pasa nada´“. Cuando ocurrió el femicidio de Úrsula y se conocieron sus dieciocho denuncias, el Instagram de la asociación desbordó de mensajes diciendo ´Yo tengo once, nueve, cuatro denuncias. ¿Qué me espera, seguir como Úrsula?´ “La sensación que generó en las mujeres con las que trabajamos es triste y desalentadora. El Estado tiene que hacer algo sin hundirse en cuestiones burocráticas, a través de sus poderes Ejecutivo, Legislativo y también Judicial, por más que sea independiente”, enfatiza. “Cuando nos vienen matando todos los días, cuando se salió a las calles de todo el país para repudiar el femicidio de Úrsula y de tantxs otrxs, genera rechazo seguir escuchando argumentos sin sentido común, o desidia por toda respuesta.”

¿A quién le importa la perspectiva de género en el sistema de Justicia?

-Si te corren con lo reglamentario o se escudan en la burocracia, da la sensación de que a muy pocxs. ¿Sabés la cantidad de veces que nos encontramos en los expedientes con mujeres o infancias en situaciones de total vulnerabilidad, y sin embargo los plazos siguen siendo preponderantes aunque las víctimas se mueran? Por eso para nosotras es fundamental el acompañamiento de otras organizaciones feministas, porque esta presentación es de todes, y porque legitima aún más nuestro trabajo colectivo.

¿Qué dejaron ver los currículums de lxs juecxs que piden impugnar?

– Fue alarmante descubrir que 52 juecxs no tenían ninguna acreditación en género al momento de la carga del currículum, y esto lo vemos a diario en cada sentencia: la ausencia total de formación en género. Necesitamos algo más que ir a hablar con el Poder Ejecutivo para que diga “planteemos el tema” de las violencias. Por otra parte, el Consejo de la Magistratura tiene un rol fundamental en la selección de juecxs de Segunda Instancia, desde donde rigen toda nuestra vida de diferentes formas. 

¿Y desde qué ejes se puede pensar una reforma judicial feminista?

-Parte de lo que hicimos el lunes es una reforma judicial feminista: meterse con quienes integran el Poder Judicial. El problema es que la reforma se piensa en tanto unificación de fueros, procedimientos, administración de Justicia, estructura burocrática, cuando una reforma judicial feminista habla de ampliación de derechos, de aplicación de la perspectiva de género, de tener en contexto la asimetría de poder, la vulnerabilidad y, sobre todo, de que el Estado no es un ente, y lo componen personas que deben formarse. Para saber cómo se forman, debemos meternos en el Consejo de la Magistratura. No se trata de aumentar penas, sino de lograr un cambio estructural y una mirada diferente del Estado en todas sus esferas.

¿Cómo caracterizarías hoy la Ley Micaela?

-Es una excelente herramienta para el conocimiento. La Fundación Micaela García apunta a una aproximación necesaria y que encabezaron los ministerios de Mujeres, Géneros y Diversidades durante todo 2020 en los diferentes estratos del Estado. Pero no alcanza para hacer una deconstrucción total de las formas como concebimos los derechos y lxs sujetxs de derechos. No alcanza con una charla de una jornada, se necesita una formación específica del derecho y exigirles mayor compromiso a lxs juecxs, porque son quienes van a interpretar los hechos valorados en un caso, la Constitución Nacional y las normas vigentes. Hace unos días, uno de los jueces postulantes dijo en Twitter que el Poder Ejecutivo no puede imponer a un poder judicial que es independiente, una «ideología de género». No podemos seguir haciendo como que nada pasa, esa mentalidad es la que hay que cambiar con formación.

Mientras tanto se deben seguir atajando los cimbronazos de violencias.

-No hay soluciones mágicas. Ojalá que con esta presentación logremos que muchas personas empiecen a cumplir con los requisitos formales y hagan la capacitación en género. Puede sonar utópico, pero es así cómo se generan los cambios. Porque parte de lo que también nos fue agotando a las feministas es que nos la pasamos haciendo repudios, tenemos una piba muerta todos los días, un trasfondo donde un porcentaje altísimo de los femicidas son miembros de las fuerzas de seguridad y una Justicia que nunca está a la altura. Lo más interesante que puede suceder es que el Consejo de la Magistratura mejore el reglamento, admita otro tipo de cursos y se comience a pensar en acciones diferentes. Porque la solución no está en el punitivismo cuando, aunque fijes penas altísimas, ves que un juez absuelve a un tipo porque considera que lo que hizo no fue tan terrible.

Son momentos en que los feminismos se ven absolutamente interpelados a articular y profundizar los modos de abordaje.

-Sí, pero que nos impongan la exigencia de qué vamos a hacer con las violencias es un hecho patriarcal. Debemos articularnos, juntarnos, interesarnos más allá de los compromisos de cada una con sus espacios. Es animarse y hablar, alzar la voz, como siempre hicimos las mujeres y diversidades, dejar de invisibilizar cuestiones que históricamente nos han obligado a esconder en las sombras. Creo que lo más triste es cuando, por ejemplo, te encontrás con un caso como el de Thelma Fardin y todavía hay mujeres que dicen no creerle tanto. Esa mirada patriarcal de la víctima perfecta es la que nos debilita, y ahí es donde perdemos. ¿Qué podemos hacer para que no haya femicidios? No dispersarnos, acompañar y poner el foco donde deba ir.

¿Qué lectura hacés del proyecto de reforma judicial del Ejecutivo?

-Precisamente debería incluirse que en los concursos o en las selecciones de fiscalas y fiscales se pondere no sólo que las mujeres puedan tener un rol de paridad respecto de los puestos, porque también hay algo muy estereotipado de que todas las juezas van al fuero de Familia y los jueces y fiscales van al Penal. El proyecto plantea algunas modificaciones interesantes con la unificación de fueros, más procesos orales y que aquelles que vayan a formar parte de los diferentes espacios contengan desde la formación perspectiva de género, lo que hoy a la distancia estamos reclamando. 

Barreras patriarcales y expulsivas en su máxima expresión: ni las mujeres llegan a cargos de jerarquía en el Poder Judicial, ni las víctimas acceden al sistema de Justicia.  

-Son extremos que se tocan, nada de eso está fuera de foco. La dificultad de acceso a la Justicia para las mujeres en general, e incluso la criminalización de la maternidad que se ve en los tribunales, son parte del mismo nicho. Ese acceso también tiene que ver con la situación permanente de que en los tribunales el varón heterosexual burgués, que cumple con una lógica de heteronorma, tiene una credibilidad muy superior a la de una mujer. Que estemos hablando de esto ya marca un cambio, porque nadie me lo había preguntado antes y lo vivo todos los días,  justamente porque por primera vez estamos desmenuzando el Poder Judicial, y de eso no se habla. Te aseguro que abogadas litigantes pueden detallar al extremo el desgaste cotidiano que se genera en los tribunales y cómo tenemos que luchar con una enorme pared cuando día a día vamos a hacer nuestro trabajo, porque todo el tiempo nos topamos con trabas burocráticas y con una ausencia brutal de miradas de género. Tengo casos de mujeres extremadamente vulnerables y del otro lado tipos con plata y la Justicia, de una u otra manera, por presunciones, por falta de perspectiva de género, los termina favoreciendo. 

En ese sentido el patrocinio jurídico gratuito es una de las grandes deudas pendientes que nunca termina de implementarse.

-Porque no hay formación y sigue siendo opcional. No se entiende que el género está íntimamente relacionado y es transversal a todas las especialidades jurídicas. No puede separarse de la realidad de ninguna persona, así como tampoco de ningún fuero. Mientras haya profesionales que no se formen, seguirán aplicándose lógicas de un sistema de Justicia patriarcal, de un derecho androcéntrico, escrito y pensado en su mayoría por varones. Hemos presentado proyectos de patrocinio jurídico con perspectiva de género, federales, totalmente feministas e incluso llevados adelante desde nuestra consejería. Pero pensemos en armar un patrocinio junto con el Estado. Cuando hacemos derivaciones al patrocinio jurídico, las mujeres no quieren ir porque las revictimizan, porque no hay perspectiva, porque no mueven los expedientes. Son batallas que hay que ir dando en forma selectiva para que no se dispersen nuestras luchas. Y eso es vital. 

Fuente: Página 12

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