Por Karen Cuesta
Desde hace varios años los movimientos feministas plantean el debate en torno a quiénes realizan las tareas domésticas y de cuidado: se trata de la ocupación más popular entre las mujeres. Por su parte, el aislamiento social, preventivo y obligatorio y la crisis actual solo empeoraron las condiciones de este trabajo invisibilizado.
Laura se levanta todos los días a las 5:30 de la madrugada para llegar al trabajo a las 7. Espera la línea 214 a dos cuadras de su casa, en La Plata. Luego de viajar una hora comienza con su jornada laboral. Luz, en cambio, camina unas pocas cuadras hasta encontrarse con la nena que cuida; la conoce desde hace dos años cuando ella tenía meses y Luz tuvo que empezar a trabajar para ayudar a sus padres con los gastos de alquiler y fotocopias para la facultad.
Fabiana, por su parte, trabaja como empleada doméstica hace más de 20 años. En un principio también cuidaba niñes pero, en la actualidad, solo realiza tareas de limpieza. Ellas son algunas de las 900 mil personas que componen el sector de servicio doméstico, dentro del cual la tasa de feminidad es del 98,5%.
Según un informe de Natsumi Shokida para Economía Femini(s)ta, las trabajadoras que realizan tareas domésticas y de cuidado en hogares particulares representan un 16,4% dentro del total de ocupadas mujeres, lo que equivale a 1 cada 6 ocupadas en Argentina. Al mismo tiempo, estas trabajadoras representan un 21,6% dentro del total de ocupadas-asalariadas, es decir que, dentro de las mujeres que trabajan en relación de dependencia, alrededor de 1 de cada 5 tiene como ocupación principal el trabajo en hogares particulares.
Las jornadas laborales son variadas. «Hay días que trabajo en más de una casa, o sea, hay días que trabajo 5 h y otros 8 h. Por estos momentos con el tema del COVID-19 solo trabajo en 4 casas, pero he llegado a trabajar en 6», cuenta Fabiana que, a su vez, explica que solo dos empleadores le realizan aportes junto con aguinaldo y vacaciones pagas.
Dentro de les asalariades, un 35,8% no se encuentra registrade en la seguridad social. La tasa asciende al 37,5% cuando hablamos de mujeres y dentro de las trabajadoras domésticas un 74,5% no percibe descuento jubilatorio. En la misma línea, un 68,8% de estas trabajadoras no cuenta con vacaciones pagas, un 68,1% no percibe aguinaldos, un 70,9% no percibe el pago en caso de enfermedad y un 73,2% no cuenta con cobertura de salud mediante obra social.
Laura trabajaba en cuatro casas hasta que, por el aislamiento, la despidieron. «Me dijeron que no fuera hasta que pasara un poco todo lo del Covid-19 y no me llamaron nunca más, en una casa hasta me quedaron debiendo algunos días de marzo», cuenta mientras explica que ahora solo realiza tareas de limpieza en dos hogares todas las mañanas, pero necesita trabajar más horas para poder cubrir sus gastos.
En relación a la cantidad de horas que trabajan semanalmente las empleadas domésticas, el informe de Economía Femini(s)ta asegura que un 53,8% son ocupadas plenas, es decir que trabajan entre 35 y 45 horas semanales. Al mismo tiempo un 31,6% se encuentra subocupada, trabaja menos de 35 horas semanales por causas involuntarias, estando dispuestas a trabajar más horas. Un 9,1% está sobreocupada.
En el actual contexto de pandemia y distanciamiento social, las trabajadoras de casas particulares se encuentran entre los grupos más expuestos al virus, ya sea por las tareas de cuidados y limpieza que realizan o porque trabajan en varios hogares o lugares a la vez, tienen mayores posibilidades de contagiarse, la mayoría no cuenta con obra social para atenderse y los días en que no trabajan no cobran.
EL PATRIARCADO ESTÁ EN TODOS LADOS
Tanto Fabiana y Laura como la mayoría de las empleadas de servicio doméstico continúan realizando tareas de limpieza cuando regresan a sus hogares. Porque, remuneradas o no, las tareas de cuidados de ancianes, hijes y hogares siempre recaen sobre los cuerpos feminizados. Las mujeres trabajan de manera gratuita dentro de sus hogares y en el espacio público en un trabajo remunerado: es su doble jornada laboral.
Según datos brindados por el INDEC, en Argentina, el 76% de las tareas domésticas no remuneradas son realizadas por mujeres y el 24% restante por varones. Además, dentro de la cantidad de horas diarias que le dedican a dicha actividad, el promedio de las mujeres es de 5 a 6 horas mientras que los hombres dedican alrededor de 2 horas.
En cuanto al progreso, muchas veces les empleadores ascienden en la escala laboral mientras que quienes llevan adelante el mantenimiento de su hogar no. Les empleadores pueden desarrollar sus trabajos gracias a que miles de mujeres mantienen sus hogares limpios, cuidan de sus niñes y se encargan hasta de las compras, pero esas mismas mujeres no ven retribuidos ese progreso en aumento o mejoras salariales ni en ascendencia en su trabajo.
El techo de cristal, la precarización laboral y la desigualdad de salarios siempre recaen en los cuerpos feminizados. Mientras que un 45,5% de estas trabajadoras tienen entre 30 y 49 años, un 31% tiene entre 50 y 64 años. Por su parte, hay un 6,7% que continúa trabajando a pesar de haber superar los 65 años y un 16,8% está compuesto por jóvenes que no llegan a los 30 años. Este último grupo está compuesto por casi 150 mil jóvenes.
RECLAMO SALARIAL
Las trabajadoras del sector perciben ingresos que, en promedio, rondan los $9.300 pesos mensuales. Según Clarín «el sueldo mínimo de las trabajadoras de casas particulares formales o registradas que cumplen una jornada laboral completa y que realizan tareas generales bajo la modalidad con retiro —categoría mayoritaria del sector—, desde mayo, es de $17.785,50 o $144,50 si el pago es por horas». Monto inferior al salario mínimo.
«Como saben que está complicado para conseguir trabajo te pagan poco y no podés pedir mucho porque sabes que hay cincuenta pibas como vos que están dispuestas a trabajar por el sueldo que sea. Se aprovechan de eso y de que mucha gente no estuvo pudiendo ir a trabajar para tenerte trabajando adentro de su casa por dos pesos».
Luz, estudiante y niñera.
En los últimos días, diferentes gremios se manifestaron en frente al Ministerio de Trabajo para reclamar un aumento salarial para el sector, el cual necesitaría un aumento del 100% para alcanzar el equivalente al valor de la canasta básica. Aun peor es el panorama de las trabajadoras no registradas cuyos salarios son arreglados directamente con les empleadores y la falta de empleo dificulta la posibilidad de negociar.
«Lo que mejoraría de mi trabajo es que me reconozcan económicamente los años trabajados, el presentismo y que el valor de la hora sea equitativo con los demás empleos».
Fabiana, empleada en casas particulares por más de 20 años.
«Es como de la familia», «La chica que me ayuda» y «La mujer que trabaja en casa» son algunas de las frases que invisibilizan y vuelven precario un trabajo esencial para el funcionamiento del sistema capitalista actual. En un contexto de crisis donde el acceso al empleo es dificultoso, desvalorizar el trabajo de las mujeres que mueven la economía solo genera desigualdades por género y clase social.
Fuente: Escritura Feminista