Por Lula Grandón (Especial para Infoleaks).

Cecilia Torres Otarola es una diputada chubutense que ingresó a la Legislatura en 2015 para ocupar una banca en el bloque del Frente Para la Victoria, espacio del que se alejó en diciembre de 2017 cuando creó su propio bloque unipersonal, Juntos Por Chubut. Además, es la mujer que publicó en Instagram una serie de fotos en las que se muestra de espaldas, con la camiseta del 10 de la selección argentina de fútbol, Lionel Messi.

“En mi corto período de trabajo legislativo tengo aproximadamente ciento veinte proyectos de ley ingresados y más o menos treinta y seis aprobados, sin hablar de los compartidos con otros diputados, no solamente en términos de género o de igualdad, sino también sobre cuestiones relacionadas al turismo, a la producción, seguridad; un código contravencional completo… pero esto nunca fue visibilizado”, resume. Ante ese ninguneo mediático, y bajo el consejo de un equipo de asesores, este mes decidió publicar un collage de fotografías en su cuenta de Instagram. La imagen estuvo disponible en la red social sólo por cuestión de horas, pero fue suficiente para que, por fin, el nombre de Chechu Torres Otarola se viralizara.

 

Constructos y representaciones: el “deber ser” de una diputada

 

Un constructo cultural, o construcción social, es una entidad o concepto naturalizado mediante diversos mecanismos de poder, que establece de qué manera las personas deben comportarse en función del rol que ocupan en una sociedad determinada. Por otro lado, la idea de representaciones sociales tiene un sentido altamente complejo en el que juegan un papel importante tanto la subjetividad como la experiencia personal en un determinado contexto y sistema de valores.

Dicho esto, podemos entonces preguntarnos, ¿encaja la diputada Torres Otarola en la imagen generalizada que tenemos de una legisladora? Su aspecto y sus acciones, según lo que publican medios y redes sociales, ¿son acordes a su función?

Ella responde: “Soy una militante, nunca dejé de serlo. Sigo asistiendo a los barrios a diario, lo hacemos con recursos propios, nuestro equipo no tiene padrinos, vamos al territorio, pero esto tampoco se visualiza”, y analiza los resultados del experimento social que propuso en Instagram: “Cuando una hace estas cosas, analizadas desde una perspectiva de mensajes, se da cuenta del alcance que logran estas imágenes, llegando incluso a canales de TV nacionales o a medios como Clarín. La visualización del trabajo de una diputada comprometida con la sociedad de una provincia no aparece, y brillan más un jean y la camiseta del diez de nuestra selección”.

 

El cuerpo como capital político

 

La estrategia de la diputada Torres Otarola fue llamar la atención de los medios con una “imagen hot” para poder hablar sobre su trayectoria legislativa. Sin embargo, también habilita la posibilidad de aprovechar la erotización de los cuerpos de las mujeres como herramienta para visibilizar la misoginia.

La avalancha de comentarios machistas en los que se ataca a la legisladora por sus características físicas es una irrefutable muestra de cómo, bajo la naturalizada tendencia al pensamiento binario, inmediatamente se contraponen las ideas de buen cuerpo e inteligencia.

De esta manera, si los glúteos de la diputada son firmes y responden a los parámetros del mercado de cuerpos consumibles, su banca en la Legislatura no tiene relación alguna con su trayectoria política ni su inteligencia.

Hace algunos años el filósofo Michel Foucault desarrolló sus ideas sobre el cuerpo como un texto en el que se escribe la realidad social, analizando las diversas formas y mecanismos de gobierno, vigilancia y control del comportamiento individual por intermedio de esos cuerpos y a través de distintas instituciones. Qué decir si a esto sumamos la perspectiva de género, patriarcado y heteronormatividad.

En esa línea podemos mencionar a Paula Restrepo, antropóloga y doctora en Filosofía en la Universidad de Antioquía, quien dedica uno de sus trabajos de investigación a la experiencia de la Corporación para la Vida Mujeres que Crean, una institución feminista de Medellín(1).

Según Restrepo, para el feminismo, “el cuerpo se convierte en una construcción social que logra el cambio y la evolución a lo largo de la historia humana, (…) pasa a ser un medio importante e imprescindible para los movimientos sociales, en especial para el feminista, ya que ellos buscan, a través de sus manifestaciones, la evolución del movimiento y, al mismo tiempo, el reconocimiento de sus derechos dentro de una sociedad”.

 

Otarola y la camiseta

 

Cuando la diputada Torres Otarola decidió ponerse la camiseta de la selección y publicar sus fotos, lo hizo para alertar sobre cuántos aspectos fundamentales de la vida política chubutense quedarán ocultos bajo el fervor mediático del Mundial de Fútbol Rusia 2018, aprovechando minutos de aire y párrafos para visualizar su trabajo como legisladora y militante política.

Desde una perspectiva feminista podríamos decir que, además, supo aprovechar estratégicamente su cuerpo como espacio de poder. Los comentarios que recibió, en tanto, han dejado en evidencia cuánto trabajo nos queda todavía por hacer.

Mujeres que Crean nace en Medellín a mediados de 1990 como respuesta a una fuerte crisis de violencia social, delincuencial y política causada por el narcotráfico. Surge con el fin de desarrollar, con y para las mujeres, proposiciones destinadas a mejorar su estilo de vida en un contexto de muerte. Se puede decir entonces que Mujeres que Crean surge de una situación controversial y de violencia muy marcada en la ciudad, lo que resalta el hecho de que las fundadoras de la organización no se acobardaron ante el conflicto y unieron su talento humano. A partir de un contexto negativo emergió algo positivo: una institución en pro de la transformación de los estilos de vida que protege los derechos de la mujer.

 

(Fuente: http://aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/folios/article/viewFile/16226/17427)

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