Por Lula Grandón (Especial para Infoleaks).
Flor Franco es docente y feminista. Trabaja en tres escuelas de la ciudad de Puerto Madryn. Durante la semana anterior, una foto en la que se la ve sentada sobre su escritorio en un aula, mientras da clase, se volvió viral en Twitter.
Toda una caza de brujas, esta vez sin hogueras, pero con hashtags y RT pidiendo que se la removiera del cargo, a lo que se sumó una infinidad de agresiones y una exhibición de prejuicios en hilos interminables y monotemáticos. ¿El motivo? Su vestimenta, incluido el pañuelo “abortivo” (sic) y la supuesta fama de adoctrinadora de la profesora en cuestión.
“Me enteré por la dirección del colegio, porque no tengo Twitter. Los directivos me manifestaron su apoyo inmediatamente”, cuenta Flor, y agrega que “dos personas llamaron a la escuela, en forma anónima, pidiendo mis datos personales para iniciar acciones legales en mi contra”. Sin embargo, pasado ese primer momento, dice que pasó “los días más felices” de su vida, pues “las repercusiones fueron sumamente positivas, amorosas, compañeras, solidarias, todo lo lindo que se puede llegar a nombrar”.
En este punto, Flor destaca la reacción colectiva de sus alumnos y alumnas, a quienes, como otras docentes feministas, se refiere como “les estudiantes”. Algunos de ellos se expresaron desde sus cuentas de Twitter, y en otros casos hubo asambleas escolares para redactar comunicados.
Ramiro, alumno de Flor en la Escuela 741, donde fue tomada la fotografía, resaltó que “el colectivo de estudiantes respondió de manera muy respetuosa, con argumentos; y, como muestra de apoyo a la profesora, al otro día se convocó para ir vestidos de la manera que esta gente estaba repudiando”.
Por su parte, Lucía, pese a no ser alumna de Flor, también se solidarizó y expresó su rechazo a los comentarios publicados por considerarlos, “completamente denigrantes, insultantes, cargados de estereotipos y discriminadores. Es gente que juzga a la docente por la foto que se mostraba nada más, que no la conoce y no tiene idea de quién es ella”, opinó.
La reacción del colectivo estudiantil se sumó a la iniciativa de colegas de Flor, que hicieron circular en Facebook fotografías en las que se las podía ver sentadas sobre sus escritorios, vistiendo ropa informal y pañuelo verde, además de difundir comunicados con adhesiones.
Lo educativo es político
En una recopilación de ensayos titulada La escuela: una segunda oportunidad frente a la exclusión (Kaplan et al., 2002), las autoras señalan que “no se puede pensar el proceso educativo despojándolo de la matriz social y política en la que se lleva a cabo. En las instituciones educativas públicas están presentes todos los grupos sociales y sus luchas históricas”.
Se trata de un material que aborda distintos aspectos relacionados con la diversidad socio-cultural y el fracaso escolar. Una publicación cuya segunda edición es anterior a la Ley de Educación Nacional, sancionada en 2006. Dicha normativa establece que uno de los fines y objetivos de la política educativa nacional será, entre otros, “brindar una formación ciudadana comprometida con los valores éticos y democráticos de participación, libertad, solidaridad, resolución pacífica de conflictos, respeto a los derechos humanos, responsabilidad, honestidad, valoración y preservación del patrimonio natural y cultural” (Capítulo II, art. 11).
Por su parte, la Ley de Educación de la Provincia de Chubut 91-10 especifica que uno de los objetivos de la educación secundaria es “formar sujetos responsables que utilicen el conocimiento como herramienta para comprender y transformar constructivamente su entorno social, económico, ambiental y cultural, situándose como participantes activos/as en un mundo en permanente cambio” (Art. 34, inciso b).
Sabido es que ninguna ley provincial puede ir en contra de una normativa nacional, como así tampoco pueden ellas oponerse a lo que establece la Constitución Nacional ni los tratados internacionales en ella reconocidos. Por eso, las normas mencionadas se encuentran en sintonía con lo que establecen tanto la Ley de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes, así como nuestra Carta Magna y, a nivel internacional, la Convención de los Derechos del Niño, en materia de educación. Por lo tanto, si Flor Franco habla de aborto, patriarcado, opresión y neoliberalismo en sus clases, ¿acaso no está haciendo lo que le corresponde como docente, según dicta la ley?
Adoctrinamiento y redes
En las agresiones publicadas en Twitter es llamativo el lugar que ocupa el concepto de adoctrinamiento y las referencias al pañuelo que Flor lleva en la foto, emblema de la defensa del derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Desde Red Aborto, uno de los ámbitos en los que ella misma ha militado, emitieron un comunicado en el que expresan: “El adoctrinamiento más efectivo es aquel que no se percibe, el que se toma por natural. Es el Sistema Educativo un largo y hondo adoctrinamiento de casi toda la población de la Argentina durante 13 años, obligatoriamente. Allí la heteronorma nos modela, gestiona nuestros deseos, produce nuestros placeres y certifica nuestras elecciones. Todo ello bajo una incuestionable objetividad esterilizada. Es allí donde radica su éxito”.
Sobre esta cuestión, Flor manifiesta: “Somos muchas las personas que entendemos la docencia desde este lugar y a partir de ahí trabajamos, tratando de construir espacios de manera colectiva. Entendemos la educación como un espacio de horizontalidad más allá de la relación de poder que existe, y es innegable, dentro del aula. Nos concebimos como personas que pueden aprender a la vez que enseñar. Lo que fomentamos es el pensamiento crítico, y lo hacemos a partir de la diversidad de pensamientos, de opiniones y de la apertura para eso. Por eso, cuando hablan de adoctrinamiento, a mí me parece que está opinando alguien que no me conoce y que no conoce las dinámicas de mis clases”, subraya.
Aprender la lección
Pasada la polémica inicial, la lectura que esta docente hace sobre el episodio es que se trató de una gran enseñanza tanto para los estudiantes como para ella. “Todo ese odio y esa violencia en las redes sociales, es precisamente lo que no hay que hacer. Y estoy convencida de que lo aprendieron”, sostiene. “Hace años que estamos trabajando en la escuela, muchísimas personas y de manera comprometida, para tratar de erradicar las distintas formas de odio y discriminación que sufrimos en la sociedad, y una persona adulta a través de una imagen puede decir un montón de cosas que responden a todo eso, a todo lo que no hay que hacer. Entonces, creo que desde ese lugar nos tenemos que parar y decir que ese no es el camino. Lo mejor de todo es que antes de que les adultes lo dijéramos, ya los estudiantes lo estaban planteando, actuando en defensa de lo que pensaban”, concluye.