Primero fue un rumor: las elecciones de Servicoop habían logrado unir en la lista oficialista a Carlos Eliceche y Ricardo Sastre para contrarrestar la fuerza de la bronca de una clase media ya harta de facturas que rozan los 3000 pesos promedio.

Todos los indicios señalan que el presidente de Servicoop en Madryn, Lucas Marani, habría jugado para el radicalismo y eso no cayó bien en la mesa chica del sastrismo. Sumado a un “Unidos y Organizados” que venía a recolectar el voto bronca, la lista verde oficialista finalmente perdió las elecciones en Servicoop, dejando que su rival metiera 45 delegados y sabiendo que solo necesitaba 37 para ser mayoría. La derrota fue impensada, incluso para la lista roja, y significó un durísimo golpe para el sastrismo.

Ese rumor inicial de la incipiente alianza entre Sastre y el exintendente Eliceche se confirmó cuando este último presenció el discurso de apertura de sesiones. Lejos del compromiso institucional, la unión de fuerzas justicialistas (y chusotistas, que también es un justicialismo residual), hacen pensar en la vigencia de la frase borgeana: “no nos une el amor sino el espanto”.

El “huracán”Cambiemos, cuasi representado por Arcioni, como un gesto de supervivencia,está logrando sanar viejas heridas de la política, especialmente en el seno del peronismo. Será por ello que la propia intendenta de Rawson, Artero, le abrió las puertas a Sastre para que regrese al PJ. Todos saben bien que si el justicialismo no une fuerzas para 2019, se corre un gran riesgo de perder la provincia y eso significaría el último clavo en el cajón de muchos justicialistas.

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