Por Mauro Millan, Longko de la Comunidad Mapuche Pillañ Mawiza, Puelmapu.

Hemos sido espectadores de un proceso judicial cargado de racismo, ideologías antidemocráticas y prácticas de terrorismo de Estado ya conocidas. Todo comienza cuando una unidad de la prefectura naval argentina asesina a Rafael Nahuel, un joven mapuche de 22 años que se encontraba en un territorio recuperado por su familia. Muchos anticipamos que el poder político y judicial entorpecería la causa para tapar este hecho de terrorismo estatal. Pero no solo encubrieron sino que, además, invirtieron las acusaciones criminalizando a las víctimas de maneras descaradas y viles, sin el menor cuidado de las leyes, normas y formalidades que estas mismas instituciones se jactan de defender.

El 25 de noviembre un grupo especial de la prefectura denominado Albatros irrumpe a los tiros en el lof Lafken Winkul Mapu a orillas del lago Mascardi a 30 km de Bariloche, provincia de Río Negro. Hieren de gravedad a Rafael. Dos peñi (hermanos mapuche) lo bajan hasta la ruta en una camilla improvisada con ramas, con la esperanza de que no se muera. Rafael muere. Estos dos peñi, Fausto y Lautaro, son detenidos.

El juez federal Villanueva los libera al cuarto día ya que no se comprueba ningún delito, sin embargo los fiscales Silvia Little y Mario Sabas Herrera piden en sucesivas oportunidades la revocación de la excarcelación de Fausto y Lautaro sin éxito. Los jueces que intervinieron en las diferentes instancias le dijeron a los fiscales que NO por unanimidad.

Esta semana todo esto tuvo un giro de 180 grados. El fiscal Sabas Herrera no contento con las decisiones de los jueces, apela la excarcelación en la cámara de casación penal de Comodoro Pi, máximo órgano penal de la nación. Aquí finalmente el poder logra materializar la idea de un “enemigo del Estado argentino” –idea necesaria para legitimar la persecución y las acusaciones de terrorismo.

Aparecen estos personajes de la justicia: el fiscal Raúl Plee que tomó la causa en esta instancia resultó ser un amigo del presidente Macri –había sido el encargado de la seguridad de Boca cuando Macri era presidente de ese club—y el juez Eduardo Rafael Riggi quien finalmente revoca la excarcelación de Fausto y Lautaro –fue nombrado juez en 1978, durante el gobierno del dictador Videla.

Por un lado, los asesinos de Rafael andan sueltos y absolutamente escudados y protegidos por estos poderes estatales. Por el otro, quienes tuvieron el trauma de haber sido víctimas de una fuerza represiva estatal hoy están siendo condenamos de antemano como culpables de “atentar contra el orden constitucional y la vida democrática”.

Este Estado se debate entre existir o no existir. Quienes dirigen el destino del Estado argentino entrecruzan acusaciones de corrupción, disputan el primer puesto en ser el gobierno más corrupto. Corruptos no solo con “dinero del pueblo”. Corruptos con la justicia que también le pertenece al pueblo. Corruptos en el territorio que sistemáticamente está quedando en pocas manos. Corruptos en la perpetuidad de la deuda externa. Corruptos en la distribución de los recursos del pueblo. Corruptos cuando condenan al desastre ambiental y a la incerteza a las futuras generaciones. Complejo escenario… Pero, sin embargo, tres mapuche con honda de revoleo son los potenciales desestabilizadores del orden democrático.

Este gobierno busca los famosos chivos expiatorios y las acciones ejemplificadoras para controlar y domesticar la voluntad de una población que sufre cada día con mayor intensidad los efectos de una política elitista e inhumana. Todo este escenario de persecución y violencia atenta directamente con nuestra forma de vida, con nuestra ancestral y milenaria forma de organización política. Jamás nos olvidaremos que nuestra capacidad de organización nos permitió repeler al reino de castilla o a los españoles, mantenernos libres hasta entrado el 1900 y, fundamentalmente, seguir siendo mapuche, hablar nuestro idioma, ejercer nuestra espiritualidad, vivir el territorio, soñar en nuestro territorio y proyectarnos hacia un futuro. Le pondremos límites a este pensamiento de intolerancia como le pusimos límites durante siglos a la tiranía. No permitamos que de una noche a la mañana hagan una cacería de quienes queremos cambiar nuestros destinos con el solo objetivo de amedrentar cualquier gesto de libertad.

Queda en evidencia que el proyecto que los gobiernos del Estado pregonan es antagónico a la vida y a nuestros principios ideológicos, espirituales y políticos. La sociedad debería tomar estos principios mapuche como fuentes de inspiración para sus luchas por la ampliación democrática, y no permitir que un par de fiscales y jueces alteren la naturalidad de las articulaciones y alianzas que venimos construyendo entre distintas culturas.

 

POR TERRITORIO, JUSTICIA Y LIBERTAD!!!

MARICI WEU!!!

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *